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"Si somos una provincia federal tiene que haber un equilibrio y fortalecer el sistema productivo del interior"

Así lo expresó el historiador riojano, Víctor Robledo, en diálogo con Medios El Independiente donde abordó la historia, cultura y situación actual de La Rioja ante los 434 años de fundación.



Al comenzar la nota, Robledo indicó que ya han pasado 434 años de la fundación de la “Ciudad de todos los santos de la Nueva Rioja”, aquel  20 de mayo de 1591, “cuando Juan Ramírez de Velasco, gobernador de El Tucumán (hoy Noroeste Argentino), decidió la fundación. No es la provincia, la ciudad tenía una jurisdicción”. La provincia llegaría doscientos veintinueve años más tarde, el 1° de marzo de 1820, “después de recorrer muchas jurisdicciones”.

Sostuvo que en aquellos tiempo se dependía del Virreinato del Perú y en algún momento de la Capitanía General de Chile y el, dada a partir de que ésta última jurisdicción enviara una expedición encabezada por Juan Núñez del Prado en 1549 para fundar una ciudad en El Tucumán (hoy Noroeste Argentino), desató fuertes enfrentamientos entre miembros de ambas jurisdicciones al no haber límites precisos. “Después terminamos en una jurisdicción dictada por la corona Española, de intendencias, que conformamos con Córdoba y el 1° de marzo de 1820, nos separamos y pasamos a ser provincia”.

“La ciudad de La Rioja es una de las fundacionales, las que preexistieron a la Nación Argentina, somos fundacionales y así lo establece el Preámbulo de la constitución Argentina”, sostuvo.

En este punto, aclaró “el 20 de mayo es el aniversario de la fundación  de la “Ciudad de todos los santos de la Nueva Rioja”, todavía no existíamos como provincias, la conquista y colonización española se hacía a través de la fundación de ciudades”.

Asimismo, en un artículo de opinión de nuestra edición en PDF, el historiador indicó que: Antes de ser expulsado por los ‘chilenos’ enviados por el gobernador Valdivia, Núñez del Prado fundó dos ciudades más: una en el actual valle Cachaquí y otra que serían los cimientos de la “Madre de Ciudades”, Santiago del Estero, fundada por Francisco de Aguirre 1553. Del Prado recorrió el norte y oeste de la actual provincia de La Rioja, estuvo en Machigasta donde se entrevistó con el cacique Combo; en Los Sauces con el cacique Salicas y pasó a Famatina interesado en los metales preciosos. Cuando retornó a su tercera fundación, lo esperaba el capitán Francisco de Aguirre para echarlo de lo que él consideraba territorio de la Capitanía de Chile.

Los enfrentamientos continuaron pero ya entre los conquistadores pertenecientes a la capitanía chilena. La fundación de Londres de la Nueva Inglaterra (Catamarca) por Pérez de Zurita en 1558, también provocaría innumerables inconvenientes. Su sucesor francisco de Castañeda, pondría preso a Zurita y trataría mal a los indios desatando la primera gran rebelión indígena encabezada por Juan de Calchaquí, cacique de Tolombón, cercano a Cafayate, en 1562, que destruiría las tres ciudades fundadas por Zurita (Londres, Cañete, y Córdoba de Calchaquí) y mantendría rebelde el valle por 25 años.

La creación por la Corona española de la Gobernación del Tucumán en 1563, quiso poner orden y paz entre los conquistadores aunque no lo logró. Dos de los gobernadores se convirtieron en responsables de la muerte de sus antecesores: Jerónimo Luis de Cabrera fundador de Córdoba en 1573, sería condenado a muerte por su sucesor, Gonzalo de Abreu, quien también fundo ciudades en el actual Jujuy y Salta pero fueron destruidas por los indios. 

El barco llevaba productos artesanales como tejidos y bolsas de harina del Tucumán hacia Brasil, pero según denunció Juan Ramírez de Velasco, gobernador de Tucumán y también enemistado con el prelado, entre esas bolsas había barras de plata de Potosí, lo que estaba prohibido exportar por las leyes de la Corona.

El hecho es, que llegado Ramírez de Velasco a la gobernación en 1585, ingresó al Valle Calchaquí para pacificarlo. Con él iba el jesuita Alonso de Barzana, por éste se sabe costumbres, creencias y demás que mantenían los diaguitas, ya que los incas habían impuesto todo y borrado la cultura de los pueblos dominados.

Enterado Juan Ramírez de Velasco que desde la Capitanía de Chile venían avanzando sobre el Noroeste, ya que después de fundar Mendoza, 1561, y San Juan, 1562, se conducían hacía el norte en busca de acaparar nuevas tierras llegando hasta los ahora Llanos riojanos, fundando la Villa de San Ramón (que aún subsiste como parte del departamento Ángel Vicente Peñaloza) con un fin oculto, incorporar al cerro Famatina en su jurisdicción.

Ni lerdo ni perezoso Ramírez de Velasco puso en marcha el plan de fundar una ciudad que pusiera coto al avance chileno, la única que llegaría a concretar y que reemplazara a la de Londres destruida varias veces por los indios y en distintos asientos en las hoy provincias de Catamarca y Tucumán. Pero le faltaban inversiones para la empresa, para lo que busco apoyo, así llegó Blas Ponce a su proyecto, quien financiaría la expedición a pagarse con los metales obtenidos una vez explotado el Famatina.

Ponce recorrió varios lugares para decidir donde asentar los reales de la nueva ciudad. El asiento debía ser pacifico para poder explotar las minas, cosa que no garantizaba el pie del Famatina, donde los pueblos originarios eran belicosos. En 1589 Ponce arribó al Valle Vicioso, hoy San Blas de los Sauces, pero encontró pocos indios, lo que llamó su atención, ya que era un impedimento: los indios eran la mano de obra que debían trabajar lo concerniente al nuevo asentamiento y además explotar el famoso cerro para extraer los metales. Al preguntarle a uno de los pocos que quedaban en el lugar: “un indio ciego y viejo”, si a dónde se encontraban los demás originarios, le respondió: “Se los llevó Almagro, por el camino del Inca”.

El asentamiento elegido por Ponce resultó ser el valle de las tribus de los yacampis y sanagastas, situado a un cordón montañoso previo al del Famatina, y era un valle donde había indios, agua, pastos y leña, por lo que podía prosperar una ciudad, y además podía servir de “cabeza de playa” de lo principal: la explotación de las minas del famoso cerro. En enero de 1591 la expedición partió desde la sede de la gobernación del Tucumán, la ciudad de Santiago del Estero. Al amanecer del 10 de mayo la vanguardia de españoles al mando de Baltasar de Ávila y Barrionuevo ingresaba violentamente al Yacampis matando y atrapando a la gente nativa que vivía en el lugar. Diez días después, al mediodía, el gobernador de la provincia del Tucumán, Juan Ramírez de Velazco, plantaba el rollo de justicia en el centro de la actual Plaza 25 de Mayo, fundando una ciudad a la que llamó “Ciudad de todos Santos de la Nueva Rioxa”, tal lo establece el acta fundacional. De las catorce ciudades fundacionales que anteceden a la nación, la única que se quedó donde se fundó. Las otras fueron reubicadas en algún momento de su historia. Esta ciudad, nacida con un fin minero, jamás hasta hoy, pudo vivir de la minería.

Por último, Robledo indicó “a mí me preocupa de manera muy importante, que desde el último censo nacional en la provincia de La Rioja, donde señalaron que más de la mitad de los habitantes viven en la ciudad, en el departamento Capital, es como que al modelo nacional que nosotros combatimos, es como que trasladamos ese modelo a la provincia, estamos poblando una parte en desmedro de la otra, si somos una provincia federal tenía que haber un equilibrio y fortalecer el sistema productivo del interior, la economía, la minería, la ganadería, y demás”.