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El hombre depende de la supervivencia de las abejas

Para crear conciencia sobre la importancia de los polinizadores, las amenazas a las que se enfrentan y su contribución al desarrollo sostenible, las Naciones Unidas declararon el 20 de mayo como Día Mundial de las Abejas.



Desde 2018, cada 20 de mayo ellas tienen su propio Día Mundial. El lema de 2025 para celebrar a estas pequeñas y milagrosas trabajadores es “Inspiradas por la naturaleza para nutrirnos a todos”.

Las abejas y otros polinizadores, como las mariposas, los murciélagos y los colibríes, están cada vez más amenazados por los efectos de la actividad humana.

La polinización es un proceso fundamental para la supervivencia de los ecosistemas, esencial para la producción y reproducción de muchos cultivos y plantas silvestres. Casi el 90 por ciento de las plantas con flores dependen de la polinización para reproducirse.

Asimismo, el 75 por ciento de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización y el 35 de las tierras agrícolas mundiales. Los polinizadores no sólo contribuyen directamente a la seguridad alimentaria, sino que además son indispensables para conservar la biodiversidad.

El objetivo principal es proteger a las abejas y a otros polinizadores para que puedan contribuir de forma significativa a resolver los problemas relacionados con el suministro de alimentos en el mundo y acabar con el hambre en los países en desarrollo.

Todas las personas dependen de los polinizadores y por ese motivo, es crucial controlar su declive y detener la pérdida de biodiversidad.

La polinización es esencial para los sistemas agroalimentarios, ya que contribuye a la producción de más del 75% de los cultivos del mundo, incluidas frutas, hortalizas, frutos secos y semillas. Además de aumentar el rendimiento de los cultivos, los polinizadores mejoran la calidad y la diversidad de los alimentos.

Más de 200.000 especies animales son polinizadores, la gran mayoría silvestres, entre ellas mariposas, pájaros, murciélagos y más de 20.000 especies de abejas.

Las abejas y otros polinizadores también sirven como indicadores de la salud del medio ambiente, proporcionando información sobre los ecosistemas y el clima. Proteger a los polinizadores también mejora la biodiversidad y los servicios ecosistémicos fundamentales.

Las prácticas agrícolas respetuosas con la naturaleza, como la agroecología, los cultivos intercalados, la agroforestería y el manejo integrado de plagas, ayudan a proteger a los polinizadores, garantizando cosechas estables y reduciendo la escasez de alimentos y el impacto ambiental.

Los esfuerzos encaminados a la protección de los polinizadores fomentan en última instancia la conservación de otros componentes de la biodiversidad, lo que mejora servicios ecosistémicos como el control de plagas, la fertilidad del suelo y la regulación de la calidad del aire y el ciclo del agua.

La adopción de un enfoque holístico que garantice la coexistencia a largo plazo de las prácticas agrícolas para la producción de alimentos, fibras y combustibles es necesaria para lograr unos sistemas agroalimentarios sostenibles.

Calidad superior

Además de la miel que, cabe aclarar, las abejas producen como alimento para ellas mismas y es apenas el excedente lo que se extrae para consumo humano, de las colmenas también se obtiene polen, jalea real, cera y propóleos, todos productos que se explotan y venden.

Aunque en Argentina esa producción es mínima, existen proyectos puntuales que, poco a poco, comienzan a explorarlos. Los propóleos, por ejemplo, son una resina obtenida por las abejas de las yemas de ciertos árboles, que posee potentes propiedades antisépticas y que ellas utilizan para sanitizar el interior de la colmena.

Además de estar contenido en jarabes y caramelos para el dolor de garganta, actualmente van ganando terreno en la industria cosmética, donde se integran a cremas y ungüentos. “Más allá de su mayor o menor popularidad, todos los productos que salen de la colmena son excelentes.

En particular la miel argentina es de calidad superior y ciento por ciento natural: tal cual la fabrican las abejas, llega al consumidor”.