
Así lo indicó Gabriela Dueñas, doctora en Psicología y licenciada en Educación Psicopedagoga, quien hizo hincapié a su artículo sobre "El líder perverso y la atracción por el abismo", donde analiza sobre el comportamiento de funcionarios y comunidad ante actitudes e impulsos indiferentes en plena crisis económica, sumado la falta de sensibilidad ante el dolor ajeno.
En diálogo con Medios El Independiente, Dueñas explicó en primer lugar, “estos temas urgen hablar. Nuestros jóvenes nos están dando señales de alarma respecto de que nos pasa como sociedad. Como adultos somos responsables y tenemos la obligación de repensarnos. Este tipo de episodios está estrechamente relacionado con lo que planteaba el artículo publicado en el medio nacional. Cómo puede ser que un pueblo, que la sociedad, un colectivo humano termine apoyando a un líder que termina siendo un verdugo para si mismo y que no lo niega. Aun así, encuentra el apoyo de todos. Tiene que ver con condiciones que se van generando de manera progresiva y durante mucho tiempo, socioculturales y que terminan impactando en los sujetos, fundamentalmente vinculados con la dificultad para reconocer al otro como semejante, diferente, vinculadas a la falta de normas claras, valores claros”.
Agregó que “los sujetos se van volviendo insensibles ante el dolor, la crueldad, y con dificultades para reconocer incluso por estar en juego la propia vida. Yo comparo en un articulo que escribí a continuación de las elecciones del domingo pasado, este fenómeno, yo trabajo en el campo de la psicología, la salud mental, avanzo sobre el terreno de lo macro social. Y de alguna manera haciendo cierta comparación o semejanza con lo que pasa con el Síndrome de Estocolmo. Nos sirve para explicar algo que estamos más familiarizados en el cotidiano por lo menos a través de los medios, y lo estamos naturalizando y tiene que ver con la violencia de género y tratar de entender como esa mujer sostiene tanto apego a una pareja que la violenta. Y aún así la defiende, no quiere denunciarla. Hay una serie de mecanismos que se ponen en juego psicológicos, que son patológicos, y son de alguna manera un intento de sobrevivir en condiciones que son invivibles. Es una cultura que se viene imponiendo de manera progresiva a nivel mundial. Uno se vuelve insensible al dolor ajeno, y el otro que se quedó sin trabajo, está en situación de calle, enfermo que fue privado de medicamentos, o persona con discapacidad privada del acceso a prestaciones que requiere para su vida se vuelve tan frecuente que los seres humanos desarrollamos una insensibilidad”.
La profesional sostuvo que “nos empieza a resultar indiferente el otro diferente que la pasa mal. Las redes sociales y los medios cumplen un papel crucial. Con tanta frecuencia nos están mostrando permanentemente, escenas de violencia, maltrato, indiferencia, que la gente se vuelve insensible. Si es que no le toca muy de cerca no hay demasiado registro. Estas condiciones de vida invivible, cuando aparece alguien, que nos promete venir a hacer justicia, ahí aparecen mecanismos, psicológicos, que usados de determinada manera son patológicos, no son saludables. Donde los sujetos se terminan identificando con ese supuesto salvador y terminan apoyando a aquel que incluso nos va a hacer daño, pero es algo conocido frente a la sensación de abismo que nos genera un mundo donde no tenemos referencia. La incertidumbre carcome, los lazos sociales fueron profundamente dañados. El otro deja de ser percibido e identificado como un ser con el cual identificarnos, ayudarnos mutuamente para empezar a ser percibidos como otro peligroso, que compite, en esta ley de la selva de sálvese quién pueda uno lo termina deshumanizando. Son microexperiencias cotidianas que nos hacen insensibles al dolor del otro”.
Nota completa en Tiempo Argentino sobre: El líder perverso y la atracción por el abismo.