Otra vez se ha perdido una gran oportunidad. La oportunidad como en muchos años- dentro de nuestro sistema democrático- de poner a los afiliados a elegir a sus propias autoridades. No sucedía, por lo menos de una manera trascendente, desde aquella interna entre Cafiero y un caudillo riojano que tenía patillas a lo Facundo Quiroga.
Por Carlos Liendro
¿Son necesarias las internas?, ¿quienes dicen que no conviene en estos momentos? Por momentos sonó a un enfrentamiento entre el centralismo de Buenos Aires y el interior. Si hay tres millones de afiliados en el partido peronista como se dice, por qué no dejar que se exprese ese afiliado. Había temor, como les twitteó el actual presidente, que iban a quedar en evidencia, los pocos que irían a votar? Eso no es cierto. El partido con sus diversos componentes movilizaría, en forma inmediata, desde los sindicatos, las agrupaciones, desde las provincias. Lo que sí deja a luz- si uno va siguiendo una cronología- es por qué no se quiere una interna en el partido. No es un gasto de dinero, no es una pérdida de tiempo: es otra vez una forma de arreglar- y quedó más claro en Buenos Aires- las cosas entre las cúpulas. Entonces la gente mira desde afuera.
‘Todos unidos triunfaremos’ dice el himno peronista que todos cantan con más fuerza, cuando más se necesitan. Algún día habrá que comprender que no se sostiene la democracia de esta manera. Ya no es ‘el sabio dedo de Perón’, como se acataba en los 70, cuando volvió el peronismo proscripto, y que terminó con esa masacre entre ‘las orgas’; Que permitió en 1975, la impunidad de los escuadrones de la muerte (que aquí se conocían como Triple A), matando cantidad de compañeros que estaban señalizados como ‘zurdos’ e infiltrados. Estela Martínez luego de la muerte de Perón fue la presidenta y fue permitiendo la desaparición de personas (en plena democracia) para que sus cuerpos aparecieran torturados y destrozados por las rutas de Buenos Aires.
¿Qué permitiría una interna?: que demuestren su lealtad. Que se queden adentro del partido, a pesar de que se pierda en una elección interna. Que puede ir dejando en claro para las próximas generaciones lo que se llama coherencia. Coherencia entre lo que digo y sostengo y lo que después hago. El peronismo y los peronistas (tienen bastantes funcionarios para poner como ejemplo) han ido demostrando esto en los 40 años de Democracia. El ejemplo más actual es Scioli. Candidato del peronismo a presidente, luego embajador en el gobierno peronista del Alberto, y ahora como funcionario de Milei.
Apenas se supo, cuales legisladores votaron en contra de las leyes a favor de los jubilados y de las Universidades, se fueron en amagues. Habían dicho que debían ser expulsados del partido, porque nunca se puede votar contra los intereses del pueblo. Pero esta cuestión de ‘moral y política’ como diría algún filósofo parece no existir. Son votados- con el voto de las mayorías a favor del pueblo- pero van y hacen lo contrario. ¿A dónde debe quejarse la gente? ¿en alguna secretaría del consumidor?. La política por las urgencias, ha llegado a ese nivel de pragmatismo que ya no se entiende. De eso se cansó la gente que votó por este nuevo, contador- auditor que tenemos de presidente, y que viene como ‘el Moisés’ que se cree, ha traer un nuevo orden. Un nuevo orden de la ultra derecha, destruyendo todas las leyes y los derechos conquistados. Ellos saben aprovechar todas estas internas que ocultan otras cosas cuando solo un grupo quiere manejar la ‘la lapicera’.