Diario El Independiente || Edición Digital
Skip to main content

"Es difícil negarse a recibir una culpa heredada," sostuvo Sergio Del Molino

Seleccionada entre seis novelas finalistas entre las 800 que se presentaron en esta edición, Del Molino, ganador del Premio Alfaguara, trata uno de los episodios más vergonzosos y menos divulgados de la historia de España: cómo los nazis refugiados en un retiro dorado activaron el neonazismo en Alemania.



El escritor y periodista español Sergio del Molino se consagró como el ganador del 27º Premio Alfaguara de Novela, que conquistó con una trama que aborda la historia de un grupo de alemanes instalados en Zaragoza, las mutaciones del nazismo a lo largo del tiempo y el impacto de un pasado familiar que se hereda porque “finalmente la moral es práctica y los hijos acaban cargando con la culpa de los padres”.

Minutos después de haber recibido el premio en el marco de una celebración en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, Del Molino conversó con periodistas de América Latina y de España sobre la trama de la novela, el proceso creativo que implicó su escritura y su experiencia con “Los alemanes”, un libro que llegará a las librerías en abrir y que, según consideró”, es una novela de pura cepa, “sin apellido”.

Seleccionada entre seis novelas finalistas entre las 800 que se presentaron en esta edición y bajo el seudónimo Patricia Bieger, Del Molino trata uno de los episodios más vergonzosos y menos divulgados de la historia de España: cómo los nazis refugiados en un retiro dorado activaron el neonazismo en Alemania.

Con sutileza, además, alumbra el infierno que puede llegar a ser, en ocasiones, la familia, y deja en el aire dos preguntas incómodas que laten en toda la obra: ¿Cuándo caducan las culpas de los padres? ¿Llega hasta los hijos la obligación de redimirlas?

El libro, que comienza con la escena de un funeral, narra una historia situada en 1916, en plena Primera Guerra Mundial, cuando llegan a Cádiz dos barcos con más de seiscientos alemanes provenientes de Camerún. Se han entregado en la frontera guineana a las autoridades coloniales porque España era entonces un país neutral. Se instalaron en Zaragoza y allí formaron una pequeña comunidad que ya no volverá a Alemania. Entre ellos estaba el bisabuelo de Eva y Fede, quienes, un siglo después, se encuentran en el cementerio alemán de Zaragoza en el entierro de Gabi, su hermano mayor. Los hermanos son los últimos supervivientes de los Schuster, una familia que llegó a formar un importante negocio de alimentación.

“Aquellas colonias se nazificaron muy rápidamente porque fueron un objetivo muy jugoso para Hitler. Fueron permeables y receptivos a la propaganda porque el nazismo representaba para ellos la grandeza de una Alemania que no fue. Y ese nazismo, que fue permitido durante el franquismo en España, fue permaneciendo de generación en generación”, analizó el autor.

“Quiero pensar que los hijos no tienen que cargar con las culpas de los padres y que es injusto que los juzguen por ellos, pero la moral es práctica y quieras o no acaban cargando con ellas. Es difícil negarse a recibir una culpa heredada aunque sea injusto y los hijos no tengan la culpa. Hay mucha gente que cambia el apellido porque intenta huir de eso…”, reflexionó Del Molino sobre la pregunta que resuena a lo largo de toda la novela: ¿Los hijos cargan con las culpas y el prontuario de sus padres?

Hace una década, Del Molino investigó sobre aquella colonia alemana que se asentó en Zaragoza pero fue necesario el paso del tiempo para que descubriera que, después de aquel trabajo periodístico de ensayo, quería escribir una novela.

“Sabía que iba a hacer una novela con esta historia desde hace mucho pero solo cuando supe que iba a ser sobre el presente pude escribirla y, con ayuda de la música y las referencias culturales alemanas, pude lograr el resto de la inspiración, confesó.

Después, se definió como un escritor de “maduración lenta”: “Tengo un repertorio de obsesiones en mi recámara y este era uno que siempre me acompañaba. Leo mucho antes de ponerme a escribir, pero siempre me acercaba al tema y no sabía bien a dónde ir. Hasta que un día ocurrió. Habrá obsesiones que queden vírgenes, pero ésta encontró su cauce”.

Al ser consultado sobre si escribe para saber o si ya sabe lo que va a escribir cuando comienza un proyecto, aceptó que “el pensamiento se va revelando en la escritura”: “Eso no significa que no planifique o que no sepa a donde voy, pero intento que esa planificación sea lo más leve posible. La escritura es la forma que tengo de clarificar qué pienso realmente de algo, me lleva a lugares interesantes”.

 

La trayectoria del escritor

Del Molino (Madrid, 1979) es reconocido por sus textos híbridos y autor de dos ensayos narrativos cruciales sobre la despoblación y la idea de país: “La España vacía”, con el que ganó el premio al mejor ensayo del Gremio de Libreros y el Premio Cálamo, además de entrar en las listas de «mejores del año» de toda la prensa cultural; y “Contra la España vacía” (2021). Antes había recibido los premios Ojo Crítico y Tigre Juan con “La hora violeta” y después con el Premio Espasa gracias a “Lugares fuera de sitio”.

Además, es autor de novelas como “Lo que a nadie le importa” y “La mirada de los peces” (2017), “La piel” (2020), y “Un tal González” (2022). Es columnista habitual del diario El País y sus obras se tradujeron al inglés, italiano, francés, griego, alemán y chino y se publicaron en más de quince países.

Al ser interrogado por su relación con los personajes, el autor aceptó tener predilección por algunos y usar a otros como chivo expiatorio. “El más fácil de delinear fue Berta porque desde el principio se apoderó de la narración, es mi favorita y creo que eso se nota en el texto. Y otros personajes son más difíciles, como Fede, que tiene una evolución hosca y ahí me ayudó a purgar algunos de mis grandes defectos. Es un personaje que siempre está al borde de la mezquindad”, reconoció.

Sobre cómo la novela interpela al presente, sostuvo que, en alguna medida, “eso escapa al autor”, pero sí dio algunas pistas: “Vivimos en una época en la que nos preocupa mucho la identidad. `Los alemanes´ trata sobre quiénes somos a través del pasado y sobre qué hacemos con eso. Me interesa mucho la brecha generacional. Hoy mi generación, la que creció con la recuperación de la democracia, le echa la culpa a la antecedente sobre todo lo que hicieron mal. Y ese reproche lo tienen también implícito los personajes de la novela”.

 “Me siento muy bien con eso. A lo largo de mi carrera he usado los artificios de la ficción como estrategias. Aquí solo apliqué inventiva y me permitió bromear un poco porque una de las etiquetas que se me ha puesto es que escribo `libros raros´ que ningún librero sabe bien dónde ubicar. Bueno, esta es una novela con todas las letras, no cabe duda dónde hay que ubicarla”, reconoció.

Fuente: Télam