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El desafío de elegir bien los alimentos en tiempos de sobreinformación

Expertos en Nutrición señalan que una elección alimentaria consciente se basa en información confiable, no en modas o mitos populares.



En la actualidad, enunciados como "sin conservantes", "100% casero", "sin ingredientes artificiales" o "libre de aditivos" en ciertos alimentos seducen en supermercados y dietéticas, pero a veces nos preguntamos ¿Cuánto hay de cierto? o ¿Qué lugar pueden y deben ocupar determinados productos con cierto grado de procesamiento frente al auge del "todo casero"?

Un grupo de nutricionistas considera que, en un contexto donde la conciencia sobre alimentación se incrementa y escalan los cuestionamientos hacia los "ultraprocesados", determinados alimentos que pueden formar parte de una alimentación saludable y segura están siendo injustamente señalados.

“El problema no es el procesamiento en sí, sino qué tipo de procesamiento se hace y con qué fin”, sostuvieron desde PROFENI, entidad integrada por profesionales de la salud abocados al estudio de la nutrición infantil que trabaja en el desarrollo de propuestas para mejorar el perfil nutricional de productos alimenticios, investigar y comunicar para concientizar y así contribuir a la construcción de infancias saludables.

Ante cierta "infoxicación", la entidad propone repensar cómo analizamos lo que comemos y valorar el rol que puede cumplir cada alimento en la dieta de los niños.

Existen alimentos industrializados que contienen un exceso de nutrientes críticos (sodio, azúcares agregadas y grasas saturadas) y, por lo tanto, su consumo desmedido puede ser perjudicial para la salud. También preparaciones caseras que pueden tener mucha cantidad de estos nutrientes. Por otro lado, existen alimentos procesados que por su valor nutricional pueden formar parte de una alimentación saludable, equilibrada y balanceada, como por ejemplo leche, yogur y quesos.

“Cuando se habla de ultraprocesados como categoría general, debería distinguirse que no son lo mismo galletitas rellenas cubiertas en chocolate, gaseosas azucaradas, un pan negro y un yogur con fermentos vivos y colchón de frutas. No hacerlo es un error conceptual que lleva consigo un mensaje nutricional que desorienta”, señaló Mariana Raspini, especialista en Nutrición Pediátrica de la Universidad de Buenos Aires.

La clasificación NOVA, ampliamente citada, define a los alimentos ultraprocesados como productos formulados con ingredientes industriales, que priorizan el sabor y la duración antes que el valor nutricional. Sin embargo, es un enfoque cuestionado por entidades científicas que señalan su falta de precisión para evaluar el impacto real de los alimentos en la salud.

En el caso de los lácteos, la pasteurización es un proceso industrial indispensable. Este consiste en calentar la leche a una temperatura específica durante un tiempo determinado para eliminar microorganismos potencialmente dañinos como bacterias, levaduras y mohos. En otras palabras, es un asunto de seguridad alimentaria orientado a garantizar su inocuidad.

Procesar un alimento no lo convierte automáticamente en poco saludable. De hecho, técnicas como la fermentación, la pasteurización o el agregado de aditivos aprobados son estrategias de seguridad o para preservar nutrientes, sobre todo en productos destinados a la infancia.

“No podemos comparar un yogur con una golosina. Estos hacen un aporte nutricional muy diferente. El yogur se destaca por su aporte de calcio, proteínas y microorganismos vivos y beneficiosos para la salud, mientras que las golosinas, en su mayoría, presentan fundamentalmente azúcar u otros nutrientes que es conveniente limitar para acercarse a una alimentación saludable”, apuntó la Lic. María Soledad Cabreriso , especialista en Nutrición Maternoinfantil, Magister en Ciencia y Tecnología de los Alimentos.

Uno de los grandes cuestionamientos infundados hacia los alimentos procesados es la presencia de aditivos, aunque su uso está regulado y respaldado por décadas de evidencia científica. “Los aditivos alimentarios -como estabilizantes, colorantes o conservantes- son evaluados por organismos internacionales como la FAO y la OMS y deben superar las exigentes pruebas de seguridad solicitadas por autoridades regulatorias de cada país (en nuestro caso, de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica -ANMAT-) antes de ser aprobados”, remarcaron.

La clave, sostuvieron los nutricionistas, está en entender que “no todos los aditivos son iguales y que su función no es esconder ingredientes ni engañar al consumidor, sino garantizar que los productos se mantengan estables, seguros y apetecibles durante el tiempo que dure su consumo”.

 

Comer con conciencia, no con miedo

La alimentación perceptiva y consciente -un enfoque que gana cada vez más respaldo desde la pediatría y la nutrición- propone dejar de lado el temor a los ingredientes individuales y prestar más atención a qué, cómo, cuándo y por qué comemos. Más que leer la etiqueta con lupa y evitar todo lo que suene a "químico", propone desarrollar una relación saludable con la comida basada en el conocimiento, el equilibrio y el disfrute.

“Lo casero no siempre es mejor. Una bebida vegetal hecha en casa sin control microbiológico puede resultar peligrosa, mientras que múltiples productos industrializados que se venden en el supermercado fueron elaborados bajo estrictas normas de calidad e higiene y son seguros”, advirtió la Dra. Andrea Fabiana González, integrante de le entidad y jefa del Departamento de Alimentación del Hospital de Gastroenterología "Dr. C. Bonorino Udaondo".

Además, la falta de tiempo es uno de los principales desafíos que enfrentan muchas familias al momento de cocinar. En este contexto, es fundamental dejar de demonizar los alimentos por su grado de procesamiento, ya que esto puede llevarnos a perder la oportunidad de incorporar opciones que aportan nutrientes clave para la salud.

"El problema no radica necesariamente en el procesamiento en sí, ya que un alimento procesado puede ofrecer nutrientes de calidad. Productos como pescados, verduras o legumbres enlatadas, yogures y quesos pueden ser alternativas prácticas, seguras y con buen perfil nutricional. Incluirlos permite contar con ingredientes o alimentos que pueden contribuir a mejorar la calidad nutricional de las comidas diarias", agregó Alberto Arribas, especialista en Nutrición, presidente de la Asociación Civil Supersaludable.

Por eso, desde PROFENI insisten en la necesidad de revisar los mensajes simplificados que circulan en redes o medios de comunicación. “Una alimentación saludable se construye con elecciones informadas, variadas y realistas. Los alimentos no son buenos o malos por su nivel de procesamiento, sino por su composición nutricional, su contexto y frecuencia de consumo, el tamaño de la porción y el lugar que ocupan dentro de una alimentación equilibrada”, concluyeron.