Llegan los últimos días de diciembre y en muchas personas ronda la necesidad de hacer balances de fin de año. El licenciado en Psicología, Emanuel Guaraglia advierte sobre estas prácticas para evitar anclarse en emociones negativas, en lo que "no se pudo o no se dio".
A modo de costumbre, por una necesidad o muchas veces por modas, las personas se someten a realizar los balances de fin de año, que, en muchas ocasiones, si no se realiza a conciencia y teniendo en cuenta algunos aspectos, pueden ser negativos para la persona afectando a sus emociones.
“Es bastante común llegar a fin de año y realizar el famoso balance del año, para eso algunas personas acuden a ejercicios más estructurados y formales” comenta a Medios El Independiente, el licenciado en Psicología Emanuel Guaraglia y agrega que “hay otras personas que piensan o reflexionan al respecto”.
“Tomar contacto con lo positivo, con lo negativo y con los hechos que sucedieron en el año, las oportunidades perdidas, logros y fracasos y un sinfín de cosas que podemos agregar a la lista, no tiene nada de malo”, reconoce. Pero inmediatamente advierte que “existe una tendencia en enfocarnos en los aspectos negativos del balance, a quedarnos anclados en lo que no se logró, en lo que no se pudo o no se dio”.
Según el profesional, esto en muchas ocasiones deriva en “autocriticarnos enfocándonos en esos errores o aspectos negativos de esas situaciones que no sucedieron y eso nos puede afectar y dañar la autoestima”.
Por otra parte, también menciona que es común “quedarnos enredados en pensamientos, rumiando acerca de situaciones que ya ocurrieron y que no tienen una solución en la actualidad”. En este sentido, considera que, eso puede derivar en que la persona experimente mayor ansiedad, más angustia y emociones difíciles.
Oportunidad de aprendizaje y crecimiento
Guaraglia sostiene que “tomarse un tiempo, al final del año para tomar contacto con emociones y situaciones que fuimos atravesando puede ser útil si somos capaces de describir con mayor detalle cada situación, evento, hechos y si somos capaces de tomar como fotografías mentales de como éramos antes, como fuimos y como somos después de cada evento”. Esto “puede ayudarnos a desarrollar mayor autocompasión e incluso poder llegar a aprender de cada situación por más dolorosa que sea”.
Por otra parte, considera que los balances no es algo que se haga de una manera rápida y sugiere que “debemos tomarnos nuestro tiempo y hacerlo a conciencia, para que así vayan surgiendo los eventos significativos”. Además, explica que “es esperable que surjan emociones, pensamientos y juicios; debemos alojarlos y dejarlas transitar sin aferrarnos a ellas”.
El profesional recomienda que “sería importante que podamos ver cada evento, situación o hecho, como una oportunidad de aprendizaje y crecimiento”. En este sentido, considera que resulta útil para “reevaluar metas en el caso que nos hayamos propuesto metas poco realistas o que no pudimos alcanzar” y además, sirve para “reajustar nuestras expectativas y exigencias para el próximo año”.
Por último, a modo de revisión personal, expresa que “considero también importante evaluar si estuvimos actuando en pos de ser el tipo de persona que queremos ser, y así poder enfocarnos, reconducir el camino en el caso que lo perdimos y volver a tomar contacto con las cosas que son importantes y que nos acercan a esa vida valiosa que queremos vivir”.