Cuando el peronismo irrumpe en la política nacional, en la década del 40, ofrecía un proyecto nacional y popular con un fuerte arraigo en la producción y el trabajo, con salarios dignos para todos los trabajadores, distribuidos en un cincuenta por ciento del producto bruto interno de nuestro país, para los trabajadores de la patria sumado a la doctrina peronista de la cual Perón decía que era el caudillo que resistía a todos los tiempos.
Por Gerardo Fuenzalida - Convencional Constituyente
Yo le llamo el primer peronismo, el cual, junto a Eva Perón, nos marcaba para siempre una cultura política de inclusión social, un pacto social de redistribución de la riqueza en forma equitativa, con el apotecma de cada uno debe producir lo que consume.
El segundo peronismo, lo conducen Néstor y Cristina, recuperando la mística del peronismo, la fabulosa obra pública a lo largo y ancho del país, la incorporación de colectivos sociales excluidos de la participación en las decisiones y protagonismo en la vida pública.
El tercer peronismo tiene el desafío de ser más federal, más renovado en la construcción de la nueva mayoría nacional, que no pasa por el peronismo solo y aislado, sino con la visión de perón, convocando a todos los espacios que tienen una mirada nacional, popular, cuya estructura económica y social surja de las entrañas mismas de la patria donde se forja la riqueza nacional y dotado de recursos humanos capaces de llevar adelante la recuperación de la identidad nacional, de la recuperación económica, política y social.
Entre ellos, el líder riojano tiene la visión de estadista, de que la recuperación de nuestro país, frente al modelo colonial, entreguista, saqueador que propone el actual presidente, bufón del imperialismo y sus socios vernáculos plantean el nuevo peronismo, a través de la dirigencia que olfatea el desquicio de la conducción de improvisados dirigentes que solo buscan ser satélites de los grandes consorcios económicos internacionales más temprano que tarde, y en retirada vergonzosa, el elenco de vende patrias, deberán irse, dejando el país destruido para que nuevamente el peronismo salve al pueblo de los salvajes unitarios.
Una fuerza nacional, transversal social, cultural y políticamente debe prepararse para conducir argentina, sin permisos estructurados, todos los partidos y movimientos que coincidan con el proyecto nacional, hacia un estado eficiente, presente, invitando a todas las generaciones, a ser protagonistas de un verdadero cambio de gestión, con todos, con los mejores cuadros de los partidos de la unión nacional y federal, para quedarse a levantar los escombros que dejaran los cipayos traidores a la patria, para que nunca más vuelvan a destruir el país, mirando geopolíticamente a América Latina y pueblos consonantes con políticas de desarrollo humano y productivo. Quíntela representa con su formación humanista y visión desarrollista un cuadro político necesario para afrontar la peor parte de la historia a la que nos llevaron los libercipayos, por los trabajadores de la patria, por el federalismo y el progreso social, es con todos, es con más educación y trabajo, con hombres y mujeres comprometidos con el destino de grandeza de la patria y felicidad del pueblo.