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Pocho Ávila recordó sus vivencias en el grupo de niños cantores "Flor de Cardón"

En el segmento "Cantores de Siempre" del programa "La Vuelta" que se emite por Radio Independiente 99.1, "Pocho" Ávila, quien fue integrante del legendario grupo musical "Flor de Cardón", compartió con este medio, algunas de las innumerables anécdotas de este grupo de niños cantores que con su música trascendió las fronteras provinciales y nacionales, para llevar el folclore riojano a escenarios internacionales.



Flor de Cardón nace al estrellato actuando por primera vez, en la vieja LV14 de la calle Soldado Perazone 69 (hoy calle Buenos) en el programa “Soñar no Cuesta Nada", conducido por Cecilia Cesar y Américo “Coco” Solari, cuando tenían entre 9 y 12 años de edad. A ellos se une posteriormente Roque Campos y Severo Oyola.

Los primeros integrantes fueron, Jorge Luis Martínez, quien actualmente vive en Rosario, Juan Antonio Fuentes (Nino) fallecido hace unos años, Roberto Francisco Ávila, Carlos Enrique Sotomayor, Miguel Ángel Páez, también fallecidos y Pocho Ávila, bajo la dirección Ramón Ávila, padre del entrevistado.

Su trayectoria había comenzado ya en 1960, cuando don Ramón Blas Ávila, padre de dos de sus integrantes, los reunió para cantar en los festejos del Sesquicentenario de la Revolución de Mayo, invitados por la Inspección Nacional de Escuelas.

Actuaron en distintas celebraciones, como fiestas escolares, familiares, distintos beneficios, y poco a poco comenzaron a incorporarse y hacerse reconocidos dentro de la sociedad riojana.

Uno de los momentos claves en la historia del grupo fue su participación en el Festival Internacional del Folklore que se hacía en Rosario de lo que el entrevistado recordó “fue algo asombroso tanto para nosotros como para la gente, nunca esperamos que se haga una comunión entre el espíritu del que emitía la voz y el espíritu del que escuchaba la voz”.

Siguiendo con el relató, Ávila evocó un momento del año 73 cuando junto a sus compañeros de canto se conducía por las calles de Rosario con destino a La Rural, donde tenían programada una actuación  “íbamos caminando con ushutas, pantalón cortito remendado, una camisa manga larga y un ponchito verde que había comprado mi viejo en Andalgalá; era un ponchito muy humilde, color verde con rayitas y adornos que simbolizaba un tanto el cardón y teníamos la flor que era una gorrita blanca de algodón y caminábamos cantando chayas mientras mi viejo tiraba cohetes, serpentinas y harina”.

Continuando con la valiosa anécdota, contó que al llegar al lugar de la actuación, donde había muchos concursantes, se llenaban las tribunas. “La gente se agolpaba para vernos y nosotros, asombrados, no lo podíamos creer. En ese momento nos acordábamos de San Nicolás, de nuestro Niño Alcalde, de la virgen morena y cantábamos despreocupadamente. Y ahí entendimos que para nosotros ya era un compromiso seguir”.

Asimismo, contó que fue en ese momento cuando se acercó a su padre el Sr. Roberto Morelli con quien luego mantuvo una reunión y se hizo el compromiso. “Luego en La Rioja tuvimos una reunión con todos los padres. Todo se hizo con respeto, buena voluntad y trasparencia. Con los padres nunca hubo ni un sí ni un no, todo fue siempre positivo y siempre para adelante. Ese fue uno de los tantos secretos, por lo que el grupo se mantuvo por tantos años”.

Cabe destacar, que es justamente con Roberto Morelli, con quienes logran grabar cuatro discos en el sello Columbia, tiempo en el que se dedican a perfeccionar las voces con prácticas de foniatría, impostación de vos, etc.

“Me acuerdo el nombre de la profesora que nos enseñaba impostación de voz y foniatría que nos acostaba en un sofá y nos ponían una bolsita de tres kilos con arena y practicábamos respiración. Nunca me olvido el nombre de esa mujer; Clarita Versi”, narró con nostalgia el músico.

Entre sus tantas anécdotas, Ávila también recordó: “nos mandaban unas vitaminas en una cajita de madera que se llamaba Epiteliol y eso nos daban un mes antes de salir de gira, era un complejo vitamínico que nos ayudaba un montón”.

A lo largo de sus giras por el país, Flor de Cardón agregó un cuerpo de danzas y un recitador. “El recitador era mi hermano, el Gringo Ávila, recitaba una maravilla, tengo una grabación con mucho ruido a fritura de sus voces. Y el cuerpo de baile lo componía, entre otros, el Negro Cortez, Enzo Vare, mi hermana  Rosita Beatriz Ávila, Estelita Godoy, Anita Castaño y Gracielita Tejeda".

Durante sus primeros años de actuación Flor de Cardón  grabó cuatro discos: Los Ángeles Cantan, Los Ángeles Cantan Volumen, Serenatas Riojanas y Chayando en Sanagasta.

En ese marco, reveló que durante su estadía en un hotel de Rosario conocieron a Leo Dan, “Leo Dan que en ese entonces tendría 18 años y nosotros unos 13, fue al hotel y nos pasó dos temas de folclore y le grabamos Para ti hija de la Luna y una zamba muy bonita”.

Volviendo a su participación en LV14 y a sus locutores de entonces, Ávila recordó con cariño y admiración al reconocido locutor Homero Coronel Montes “era auténtico”

Entre otro de sus recuerdos, el artista rememoró que tenían club de fans, “andábamos en un Rambler Classic y cuando salimos de la emisora de Comodoro Rivadavia afuera era un mundo de gente, nos movían el auto, y nos querían bajar del vehículo y nosotros nos reíamos quizás por nervios o por gratitud y nos dábamos cuenta de que generábamos algo en ellos”.

Los niños riojanos actuaron en Uruguay, Chile, Paraguay y se consagraron padrinos del Festival Nacional de La Chaya, del Chayero Sanagasteño, del Peón Viñador, del Carnaval de la Plaza, del Festival de la Poesía en Aminga.

También actuaron en festivales nacionales de Baradero en Buenos Aires, Cosquín, Festival de la Mandarina en Catamarca, en Potrero de Funes, en Merlo San Luis, Festival de la Manzana en Neuquén, entre otros.

La última formación de Flor de Cardón quedó conformada por “Pocho” Ávila, Óscar Alfredo Molina, Carlos Enrique Sotomayor y Miguel Ángel Páez. “Seguimos cantando hasta que quedamos sin integrantes y después entro por Kique Santillán”. Asimismo, integró este grupo musical, Severo Oyola “músico, compositor, heredero de la cúspide mayor de la Chaya”.

Finalmente, el artista riojano de inigualable carisma, agradeció al pueblo riojano “que desde un principio nos ayudó y nos apoyó con su cariño y con su aplauso”.