
Durante un encuentro organizado por la iniciativa Mujeres Salud Integral (MSI), especialistas nacionales e internacionales analizaron los desafíos asociados a la longevidad saludable en la mujer. El evento se centró en las particularidades de la salud femenina en la etapa post reproductiva, destacando la prevención, el diagnóstico temprano de enfermedades crónicas y la promoción de hábitos saludables.
El abordaje integral de la salud de la mujer durante el climaterio, la menopausia y la postmenopausia constituye un desafío sanitario, ya que esta etapa de la mujer puede extenderse hasta tres décadas y determina la calidad de vida y la salud general en la adultez mayor y los especialistas coinciden en que los cambios hormonales afectan múltiples sistemas del organismo y requieren seguimiento médico sostenido y estrategias preventivas adaptadas a cada paciente.
El ginecólogo Pablo Carpintero (M.N. 94.665), ex presidente de la Asociación Argentina para el Estudio del Climaterio (AAPEC) y miembro de la International Menopause Society (IMS), explicó que la atención durante el climaterio “debe basarse en la prevención y en el diagnóstico temprano de las enfermedades crónicas”.
Señaló que la reducción de estrógenos y progesterona influye en la salud ósea, cardiovascular, metabólica, cerebral y sexual, por lo que el control clínico periódico y la promoción de hábitos saludables son esenciales para garantizar la longevidad saludable.
Los estudios epidemiológicos muestran que, aunque las mujeres presentan mayor expectativa de vida que los hombres, un 25% de esos años se viven con enfermedades crónicas o discapacidades, mientras que la transición menopáusica marca un punto de inflexión, con aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares, osteoporosis, alteraciones metabólicas y deterioro cognitivo, lo que refuerza la necesidad de un enfoque interdisciplinario.
Carpintero subrayó que “la prolongación de la vida no siempre se traduce en mejores condiciones de salud” y destacó que muchas mujeres combinan empleo y cuidado familiar, lo que puede repercutir en su salud física y mental. La detección temprana de factores de riesgo y la educación de la paciente resultan esenciales para reducir la morbilidad asociada a esta etapa de la vida.
Factores de riesgo y enfermedades frecuentes
Entre los factores de riesgo más frecuentes en mujeres mayores de 45 años, Carpintero mencionó la obesidad, la hipertensión y la diabetes. Según sus datos, la prevalencia de obesidad aumentó del 54% al 66% en los últimos 15 años y podría alcanzar al 80% en los próximos años. Esto incrementa la incidencia de infartos, accidentes cerebrovasculares y deterioro cognitivo.
Otro problema de relevancia es la fragilidad ósea y Carpintero afirmó que “en mujeres mayores de 65 años, un 40% no recupera la movilidad completa tras una fractura y un 20% fallece dentro del año siguiente al evento”. La detección temprana, el tratamiento farmacológico y las medidas de seguridad domiciliaria son estrategias efectivas para prevenir complicaciones y preservar la funcionalidad.
Los expertos que disertaron en el encuentro, entre quienes también se destacaron las doctoras Verónica Crosa y Claudia Rey, enfatizaron que la longevidad saludable requiere “un enfoque interdisciplinario” que contemple dimensiones biológicas, psicológicas y sociales.
El envejecimiento poblacional plantea nuevos retos para los sistemas sanitarios, ya que, se estima que para 2050 el 30% de la población mundial tendrá más de 60 años y las mujeres representan el grupo más afectado. Carpintero explicó que “en muchos casos, el aumento de la expectativa de vida se asocia con más años convividos con enfermedades crónicas”, lo que tiene implicancias sociales y económicas.
En el marco del encuentro, el doctor Andrea Genazzani, referente mundial en endocrinología ginecológica y neuroendocrinología, abordó la función de los estrógenos en la regulación cerebral y la neuroprotección y explicó: "El cerebro no solo responde a las hormonas, sino que también produce esteroides que intervienen en la regulación de neurotransmisores y neurotrofinas, elementos vinculados con la plasticidad y supervivencia neuronal”.
Genazzani, destacó que “la terapia hormonal durante la transición menopáusica puede contribuir a preservar funciones cognitivas y emocionales, siempre bajo indicación médica personalizada” y recomendó medidas no farmacológicas, “como la actividad física regular, la reducción del consumo calórico, la alimentación basada en alimentos frescos y legumbres, y la limitación de productos ultraprocesados”.
El destacado especialista italiano enfatizó que "la educación médica continua y una comunicación clara entre profesionales y pacientes es fundamental" y propuso que el seguimiento clínico incluya objetivos concretos y metas verificables, especialmente en relación con el peso corporal, la densidad ósea y los parámetros metabólicos.
También sostuvo la importancia de adaptar las políticas públicas a los cambios demográficos, “con programas que integren la prevención primaria y secundaria de las enfermedades asociadas al envejecimiento femenino”, garantizando que las estrategias de salud respondan a las necesidades de las mujeres en esta etapa de la vida.
Carpintero destacó que “la menopausia debe considerarse una oportunidad para intervenir en la prevención”, mientras que Genazzani resaltó que “el seguimiento clínico individualizado permite evaluar la efectividad de intervenciones y preservar la salud funcional de la mujer”. Estas afirmaciones refuerzan la importancia de políticas públicas y programas de salud que integren prevención, educación y atención médica especializada.
El apoyo social y familiar también es fundamental. Las responsabilidades de cuidado y las demandas laborales pueden afectar la salud física y mental. Políticas públicas que integren servicios de salud con programas comunitarios contribuyen a reducir el impacto de estas cargas y mejorar la calidad de vida de las mujeres.