En los últimos años, como Prof. en Cs. de la Educación, tuve la oportunidad de dar clases en el Nivel Superior No Universitario en la ciudad Capital de La Rioja, en espacios curriculares como ESI (Educación Sexual Integral).
Por Lic. Blanca Medina
En el año 2020 me mudé a la provincia de Tucumán y tuve la oportunidad de desempeñar el cargo de Pedagoga en un equipo de GPI (Gabinete Pedagógico Interdisciplinario) y la experiencia en el campo me proveyó de otro tipo de información.
Me preocupa cada vez que escucho a algún funcionario público, religioso o periodístico hablar de “ideología de género” relacionando ese concepto con la ESI, en una era donde la información está a sólo una distancia de un clic.
La Educación Sexual Integral se implementa (o debería hacerlo) desde el año 2006, a partir de la sanción de la ley N° 26150, la que ordena impartirse en todos los niveles y modalidades, tanto en la esfera pública como privada, en nuestro país.
Tiene, como todos los espacios curriculares, un listado de contenidos, seleccionados por profesionales y seccionados por grado/año de la educación obligatoria. Si bien en algunos niveles no cuenta con un tiempo determinado para ello, esos contenidos están definidos como transversales, es decir, para que sean incluidos en todos los espacios, matemática, Cs. Sociales, Lengua, etc., salvo en el nivel superior, donde sí cuenta con un tiempo dentro de la curricula, para formar parte de la formación del futuro docente, quién deberá desarrollarla en su desempeño profesional.
Los contenidos que forman parte de la ESI, al igual que los demás contenidos escolares, tienen una base científica que, como todo status científico, tendrá validez hasta que otro descubrimiento científico, diferente, lo reemplace. Así que cuando hablamos de sexo, de género y sexualidad, lo hacemos en base a lo definido por la Psicología, la Sociología, la Biología, etc. vigentes actualmente.
Personalmente creo que el objetivo más importante que aporta la ESI a la formación escolar, es dotar a los niños y niñas y adolescentes de información para que reconozcan si las experiencias que vivieron o están viviendo vulneran algunos de sus derechos o no.
Como mamá tengo que aceptar que es imposible acompañar a nuestros hijos las 24 horas del día para asegurarnos que nada ni nadie los lastime, por lo que resulta sano y saludable, entregarles herramientas para que ellos aprendan a cuidarse y reconocer cuándo buscar ayuda, de los padres, de los docentes, u otros adultos, con quién más confianza tengan.
El plantear estos temas en el aula, a veces es la única oportunidad para que ese niño o niña que está siendo abusado sexualmente dentro de su entorno familiar (los estudios aseguran que es la mayoría de los casos) entienda que no está bien, pero que puede recibir ayuda. Por las características del tema, puede que genere muchos problemas, pero su abordaje, para esa niña o niño puede hacer la diferencia en su vida futura, entre una vida saludable o enferma.
La ley 26150 establece que, cada vez que la escuela vaya a incluir algún contenido de ESI en sus clases, debe comunicarle a la familia, por si desea presenciar (en algunas escuelas se ofrece esta posibilidad). En ningún lado la ley especifica que se debe pedir autorización a las familias, del mismo modo que no se solicita autorización para enseñar cualquier contenido de Geografía o de Matemáticas. Incluso propone material de lectura para las familias para informarles sobre lo que se trató en esa clase. Si bien ese material impreso casi no se encuentra físicamente, sí está en formato digital en el sitio del Ministerio de Educación de la Nación.
Cada vez que en las clases de ESI se habla de género, se aclara que el sexo femenino y masculino es el que inscribe el médico cuando nace una persona por la sola evidencia de sus genitales externos. Ese bebé nació con pene o con vulva. Este dato es el que se escribe en el certificado de nacimiento y que luego se traslada al DNI de la persona recién nacida.
Ahora ya se sabe, por el aporte de las ciencias, que para definir al género no es suficiente la existencia de esos genitales externos, porque hacia dentro del cuerpo, esos genitales continúan y, además, existen las hormonas que circulan por dentro de nuestro organismo y nos hacen sentir cosas sobre las que no siempre podemos incidir.
Es decir, que la conformación del género, conocido como el sexo social, es más compleja que la simple existencia de los genitales externos, porque incluye todo lo que sucede dentro de nuestro organismo, pero además le suma todo lo que sucede en nuestro entorno mientras crecemos y, que se va mezclando con el afecto de nuestra familia, que grabamos en nuestra mente este combo y luego lo usaremos cada vez que tomemos una decisión, por ejemplo, cómo vivir nuestra sexualidad.
Entonces creer que, a los alumnos de una escuela, un docente puede enseñarle que cuando grande puede ser lo que quiera se refiere a que puede elegir entre convertirse en animal o planta, es pecar de mucha ignorancia y difundir esta ignorancia en una iglesia, a través de un medio de comunicación o de una política pública es burlarse del trabajo de muchos científicos y profesionales que hoy nos brindan la posibilidad de hablar de la ESI con toda la seriedad que el tema amerita.
Además de los contenidos de la ESI, también se sugieren textos donde encontrar temas que puedan dar pie para su tratamiento, aunque los docentes pueden agregar otros que les parezca pertinente. Estos textos fueron elegidos con criterios pedagógicos y a partir del trabajo profesional, por lo que no pueden incluirse otros que, pueden constituir ofertas literarias válidas, pero que no estén adecuados para la edad y la comprensión de los alumnos, incluso si sólo en un párrafo incluyen términos e imágenes que no suman a su aprendizaje.
Para agregarse a las resistencias que ofrece la enseñanza de la ESI en las escuelas, se agrega que, tanto La Rioja como Tucumán y, al igual que Salta o Santiago del Estero comparten características culturales por ocupar un territorio común. Aquí encontramos costumbres similares, que se esconden dentro del concepto “tradición”, como el chineo.
Esta es una “costumbre” que vulnera los derechos sexuales de niñas y adolescentes que pertenecen a etnias que llamamos “pueblos originarios”, donde se abusa sexualmente de niñas, por parte de criollos revestidos de la impunidad que genera la cultura machista. En casos como éste, la escuela puede hacer la diferencia en vidas donde el entorno se viste de silencios y temor.
Esta práctica se está visibilizando gracias al trabajo de una docente salteña, Alejandra Cebrelli1 y considero que constituye un extremo, pero sirve para mostrar que prácticas que nacieron en la época colonial, aún hoy se practican, por lo que la ESI se vuelve cada vez más importante, especialmente en territorios donde la interseccionalidad de la que nos habla Marta Lamas2 se vuelve práctica y daña la vida de muchas niñas, a las que la escuela las puede proteger de ser una víctima más.