05/11/22
Abordar su figura es una tarea titánica: es un artista que atravesó con su obra a la sociedad argentina, interpelando las ideologías, los mitos y prejuicios de una época.
La de Leonardo Favio es una presencia imprescindible, la de los que no se mueren; pese a la enfermedad que lo atormentó en los últimos años de su vida y que se lo llevó hace ya una década, el 5 de noviembre de 2012, la memoria de muchos y muchas lo mantiene joven y enérgico, tanto como actor, como director de cine, como cantante y como peronista apasionado.
Sus penúltimas energías fueron desplegadas en "Aniceto", rodada como ballet en 2007, que cerraba el círculo iniciado en 1965 con "El romance del Aniceto y la Francisca…", sobre un cuento de su hermano Jorge Zuhair Jury, y fue otra proeza del creador, ayudado por los bailarines Hernán Piquín, Natalia Pelayo y Alejandra Baldón, más la dirección de arte de Andrés Echeveste, la fotografía de Alejandro Giuliani y la música de Iván Wyszogrod.
Su último trabajo fue sin embargo "Gente querible" (2010), uno de los cortos producidos por la entonces Secretaría de Cultura de la Nación, hoy Ministerio, en homenaje al Bicentenario de la Revolución de Mayo.
Antes, dedicó varios años a concebir y redondear "Perón, sinfonía del sentimiento" (1999), un documental de casi seis horas de duración sobre el líder, que reunía lirismo, historia y barricada y por su extensión tuvo dificultades en ser exhibido, para estrenarse casi marginalmente en una sala del barrio de Recoleta que ya no existe y luego se difundió en formatos hogareños. Quedó pendiente "El mantel de hule", un viejo proyecto que se empeñaba en filmar.
Todavía circulan por las redes imágenes del discurso que pronunció, con palabras admiradas y cariñosas, con la emoción en la garganta, dedicadas en el Festival de Cine de Mar del Plata 2008 a la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner.
La paradoja radica en que quienes lo colocan en un papel fundamental en la historia del cine argentino suelen desdeñar su carrera en el canto, aunque en los últimos tiempos son reivindicadas algunas grabaciones militantes; las otras, sin embargo y más allá del "boom" que significaron a fines de los 60 y principios de los 70, son puestas en un casillero de baladas llenas de almíbar y por cierto comerciales. Esas baladas fueron las que le permitieron al creador actuar en multitudinarios shows en otros países cuando tuvo que sobrevivir al largo exilio, obligado por la dictadura cívico-militar que azotó la Argentina desde 1976.
Fuente: Télam