La delegación La Rioja del Instituto Oscar Masotta (IOM3) invitó para este jueves 11 a las 18, en el marco de la Feria del libro, a la conferencia "¿Qué tanto conozco a mi hijo?". Se abordarán temas como la autoridad en la familia y el rol del niño como una "especie de amo" donde su palabra es "una orden inapelable".
La conferencia está inspirada en un libro que compiló y escribió Gustavo Stiglitz junto a médicos, psicólogos y psicoanalistas. Stiglitz es psiquiatra, psicoanalista, miembro de la EOL y la AMP, docente en ICdeBA y en Maestría EOL- UNSAM. Autor y compilador de libros como “Cinco malestares de nuestro tiempo: Trastornos de alimentación, Bulling, Depresión, TDAH, Autismo”; El mal real y la construcción social; Desafíos en las Escuelas, entre otros.
Las licenciadas Cecilia Gómez y Cristina Vega Peralta, responsables del IOM3 presentarán al especialista en la Sala Federal del Paseo Cultural.
Stiglitz anticipó los temas que abordará en la conferencia tales como, el lugar de la palabra en el niño actual al que señaló como similar, en la familia tradicional y en las nuevas configuraciones. Lo que cambió, explicó, es “el lugar de la autoridad. Las familias se constituyen hoy menos en torno a la autoridad de los padres y más en torno a la autoridad del niño, que se vuelve una especie de amo y su palabra una orden inapelable”.
Es un niño sin límites, sin orientación, por la declinación del lugar del adulto, toma sus propias decisiones y lo que circula en las redes toma la función de la orientación que tenía el adulto.
Para conocer al niño, es necesaria “una conversación, un ida y vuelta entre dos o más. ¿Cómo conocer a mi hijo como alguien distinto a mí mismo? Hay un ida y vuelta primero - con el bebé - en el que la conversación se funda en las señales corporales” que el adulto interpreta. El adulto es el que decide, pero “cuando uno decide solo, como cuando piensa solo, responde más o menos siempre lo mismo”.
Una verdadera conversación permite conocer a los hijos “incluso antes de que aprendan a hablar, los escuchemos en sus diferencias con nosotros mismos. Diferencias de gustos, de actitud, de estilo y, más tarde, de pensamiento y posición. Conocerlos implica soportar - hasta disfrutar - de las diferencias y el hecho de que nunca nos conoceremos “del todo”. Quererlos a nuestra imagen y semejanza, o cumpliendo ideales nuestros o de otros, cierra la conversación y la posibilidad de conocerlos”.
Reconoció que las relaciones padres-hijos nunca fueron fáciles, pero hoy se agregan dos cosas inéditas. Una, el cambio en el lugar de la autoridad, no sólo la de los padres sino de la autoridad en general y dos, la dependencia - tanto de los hijos como de los padres - de objetos tecnológicos.
En ese contexto “la autoridad, sobre todo del padre, es algo que se viene desdibujando desde la primera mitad del siglo pasado. La causa es múltiple. Podemos mencionar la industrialización y el mercado - que hacen de los padres trabajadores dependientes de mega organizaciones despersonalizadas -, los avances científicos - que separan la procreación de las relaciones amorosas - y la tecnología que además de fomentar el aislamiento, de comprimir el espacio y acelerar tiempos, inciden en la relación con el saber. Este no es más propiedad del adulto, sino que circula en las redes, anónimo”.
No es necesario, aclaró, volver al viejo orden sino conocer que hay uno distinto al que se organizaba en torno al padre. “Hoy ese orden es dictado o bien por madres solas o bien directamente por lo social. En suma, la autoridad familiar ha pasado de los padres al niño, que comanda con sus exigencias de estar a la altura de los ideales de la época”.