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La tenencia de la tierra y el "disfraz" de lo religioso

En este 2023 varias fechas nos invitan a la evocación de la memoria histórica. Pero no solo para recordar hechos y acontecimientos pasados, que muchas veces solo tienen interés para aquellos que estudiamos la historia, sino para promover una mirada perspicaz que nos ayude a comprender nuestra realidad.



Por Alejandro Gross Bruna Prof. en Historia, Lic. en Teología y Religiones Comparadas

Nos convoca la memoria del aniversario de un doble retorno de la democracia, el del 73´ y el del 83´. Una década transcurrió entre una fecha y otra, pero fueron diez años densamente cargados de esperanzas, militancias, ilusiones, pero también de mucha persecución, dolor y muerte. 

El primer retorno, el del 73´, estuvo signado por la participación activa de muchos sectores políticos y sociales en la provincia de La Rioja y el país. El regreso del peronismo a la escena política a nivel nacional rompió con años de proscripción del mismo. Bajo el lema: “Cámpora al gobierno, Perón al poder” se impuso en el país la fórmula del FREJULI – Cámpora- Solano Lima – y a nivel provincial el candidato de este espacio fue Carlos Menem. Experiencia intensa y breve que terminó con el golpe militar de 1976.

El segundo retorno, el del 83´, marca el fin de una de las más dolorosas páginas de la historia de nuestro país. Treinta mil desaparecidos/as, una guerra, familias destrozadas, niños y niñas apropiadas, un país sumergido en la miseria social, política y económica, fue el triste saldo de siete años de dictadura militar. Con las elecciones llevadas a cabo el 30 de octubre y la posterior asunción de Ricardo Alfonsín como presidente el 10 de diciembre de 1983, se daba inicio a un nuevo periodo democrático en nuestro país.

Así mismo, dos hechos más nos convocan especialmente como riojanos/as este año. El centenario del natalicio de Monseñor Enrique Angelelli, nacido el 17 de julio de 1923 en la provincia de Córdoba. Y los conocidos “hechos de La Costa” acaecidos el 13 de junio de 1973 en Anillaco. Es a este último a quien me quiero referir especialmente. 

La Costa Riojana 1973

La zona conocida como “La Costa” riojana comprende a todos los pueblos que integran el Departamento Castro Barros y que eclesialmente están bajo la jurisdicción de la Parroquia de San Antonio de Padua con sede en Anillaco. Por más de medio siglo (1925-1976) dicha parroquia contó con la presencia del Pbro. Virgilio Ferreira como párroco.

A mediados de 1972 las condiciones de salud del padre Virgilio y sus constantes viajes a Córdoba para su atención médica, no le permitían asumir todas las responsabilidades que la vida parroquial requería. Es por eso que los sacerdotes capuchinos Antonio Puigjane y Jorge Danielián asumen en 1972 el acompañamiento de la parroquia hasta la recuperación del P. Virgilio.

El año 1973 es clave para entender los hechos acaecidos con posterioridad en la realidad eclesial riojana. El 10 de junio de ese mismo año, el obispo Angelelli se hizo presente en la comunidad de Anillaco, para celebrar los últimos días de novena y las fiestas patronales de San Antonio.

El 13 de junio día de la fiesta patronal, un tumulto de gente auto denominados “los cruzados de la fe” invade el atrio del templo y la plaza del frente, con alto parlantes que reproducían marchas militares y bajo las consignas: “el Padre Virgilio no se va”, “el Padre Virgilio está secuestrado”, “defendamos la verdadera religión católica de los marxistas”, “no queremos curas tercermundistas”, “El obispo y los Padres Antonio y Jorge son comunistas y deben abandonar el departamento”. (Goyochea 2018 p. 61)

Aquel suceso conocido como “los hechos de La Costa” terminó con la expulsión violenta, bajo la lluvia de arena, piedras e insultos, del Obispo, de los sacerdotes y religiosas que lo acompañaban. Por su parte, Monseñor Angelelli antes de retirarse, toma la decisión de suspender todos los actos litúrgicos en la jurisdicción parroquial hasta nuevo aviso, decisión que le hace llegar al P. Virgilio (que había abandonado el lugar) mediante una carta escrita a mano, que según lo relatado por Goyochea (2018): “estas líneas en un sobre cerrado le fueron entregado por Mons. Angelelli al intendente Sr. Pedraza, quien a su vez le entrega al Jefe de policía Haroldo Barros, atento a que este último sabía dónde estaba el paradero del P. Virgilio” (p.65).

Tras estos hechos y la decisión del Obispo de suspender todo acto litúrgico en la parroquia, se impone posteriormente la sanción canónica del “entredicho personal” a los trece involucrados en aquel acto: Amado Menem, Manuel Menem, Juan Fanor del Moral, Juan Carlos Cisterna, Carlos Orellana, Fiore Cecone, Cesar Menem, Manuel Yañez, Roberto Pastor Ávila, Simón Navarro, José Alejandro Lucero, Luis María de la Puente y Humberto Paéz. 

Lo que subyace: la tenencia de la tierra

Los trece “entredichados” por todos los medios posibles, y sobre todo con la complicidad del diario “El Sol”, sostuvieron que sus motivos eran puramente religiosos, argumentando la defensa de la tradición católica y de la persona del Padre Virgilio, quien representaba a la “verdadera Iglesia”. Pero el obispo Angelelli conocía los verdaderos motivos y así lo expreso en la homilía del 28 de julio del 73’: “Lo que ha pasado el día de San Antonio en la Costa no es un problema religioso. Es un problema socio-económico y político. Se busca callar a una Iglesia que molesta porque quiere caminar con su pueblo y estar más cerca de los pobres” (Angelelli 2012 p. 137) y puntualiza: “Ustedes saben que no es lo religioso sino el viejo problema de Codetral. Saben también que a la Iglesia se le ha hecho cualquier clase de agravios por Codetral.” (Angelelli 2012 p. 139)

Como sostiene Angelelli de una manera clara y contundente el problema no era religioso, sino económico, social y político. La tarea realizada por el equipo del Movimiento Rural Católico en Aminga y la creación de CODETRAL, había tocado los intereses económicos de los terratenientes de la zona. No solo se pedía la expropiación de las tierras de la familia Azzalini, que improductivas y con muchos recursos, en las manos correctas serían una de las soluciones al pesar económico del pueblo de Aminga, sino que, además, se proponía la creación de una cooperativa de trabajo, donde las ganancias serian repartidas en aquellos que verdaderamente trabajaran la tierra. 

La lucha de los campesinos por la tenencia de la tierra se había extendido por todo el territorio provincial y era CODETRAL el mayor símbolo de su lucha. El Movimiento Rural Católico desde 1971 venía llevando a cabo diversas actividades para promover la organización del sector rural en cooperativas, asociaciones y grupos de trabajo. El entonces electo gobernador Carlos Menem, había prometido en toda su campaña la expropiación del latifundio Azzalini y su entrega inmediata a CODETRAL, promesa que nunca cumplió.

El 29 de julio los “Cruzados de la fe” organizaron otro acto violento, esta vez teniendo como objetivo el pueblo de Aminga, lugar donde vivían los laicos del Movimiento Rural, donde las Religiosas de la Asunción llevaban a cabo su misión y donde nació CODETRAL. Así relata los tristes hechos en primera persona Rafael Sifre (2019)

Así llegan a la casa del Movimiento Rural en un camión tirando tiros al aire, al frente de todo esto estaba Amado Menem, diciendo: “salgan no son tan machitos” diciéndonos que seriamos colgados del techo de la casa. Proseguían gritando que después irían a la casa de “las virgencitas” y que las violarían. Unos campesinos que estaban viendo escondidos entre las viñas, corrieron a sacar a las hermanas de su casa. Como no estábamos en ese momento en la casa, con un hacha que estaba en el patio rompieron las puertas. Los daños ocasionados en nuestra casa fueron importantes. (p.83)

No solo la casa del Movimiento Rural fue violentamente atacada, sino que la casa de las religiosas fue perpetrada con armas de fuego, destruyendo todo lo que encontraron incluso la capilla doméstica. Los llamados “defensores de la fe” no respetaron ni la Eucaristía que fue esparcida por todo el lugar. Frente a los diversos sucesos y las promesas electorales incumplidas, los campesinos organizaron una movilización para pedir la expropiación del latifundio Azzalini y su entrega inmediata a CODETRAL. Bajo el pretexto de un “clima político de intranquilidad” Menem y algunos diputados comenzaron a retroceder en su decisión.

El día 8 de agosto el tratamiento de la expropiación por parte de los diputados se suspendió. El campesinado riojano que se encontraba concentrado frente al recinto, tomó la legislatura y realizó una asamblea popular, donde de manera simbólica, el pueblo expropió el latifundio para CODETRAL. Sin embargo, el 22 de agosto casi “clandestinamente” los diputados se reunieron y aprobaron el proyecto de expropiación y parcelamiento de la tierra, que sería entregada solo a un grupo de familias y no a la cooperativa. Este hecho se consideró como una grave traición por los campesinos que habían confiado en las promesas electorales de Carlos Menem.

El conflicto de La Costa, lejos de solucionarse se vio agravado y sostenido gracias a las maniobras de los “entredichados”, la complicidad del poder político, pero muy especialmente por el diario “El Sol”, que de manera diaria ofrecía en sus páginas mensajes contra el Obispo y su pastoral.

Una memoria comprometida

Lo expresado en los párrafos anteriores deja a la vista que el verdadero problema no era de índole religioso, sino social, político y económico.  Cincuenta años nos separan de aquellos hechos dolorosos y vergonzosos que acaecieron en nuestra provincia. Hoy hacemos memoria de la figura de Monseñor Angelelli quien por mantener el empreño de hacer realidad las letras del Concilio Vaticano II, debió sufrir la persecución, la calumnia, la violencia y el martirio. Pero también hacemos memoria del proyecto eclesial que en su persona recordamos, una Iglesia comprometida con la realidad de la gente, especialmente de las/os más humildes y sencillos. Evocamos aquella vieja, pero actual causa “de la tierra para quienes la trabajan” y junto a la memoria de Monseñor Angelelli recordamos a Rafael, Carlos, “Coca”, Maris, Susana, las Hnas. de la Asunción, Azules, del Sdo. Corazón, Josefinas, los Hermanitos del Evangelio y tantos otros y otras que hicieron carne este proyecto. Pero muy especialmente a Wenceslao Pedernera por quien seguimos pidiendo justicia.