
Con su melena rubia intacta y una energía que parece inagotable, Rod Stewart demuestra sobre el escenario que lo clásico no pasa de moda: simplemente se perfecciona con la experiencia. El cantante británico también desafía al paso del tiempo. Ni la tecnología, ni las modas, ni los años han podido corroer su brillo.
En poco más de una hora y media, Rod Stewart dejó el alma en el Movistar Arena con una selección de canciones que todos conocen, una combinación de grandes éxitos propios y versiones de otros que hizo suyas. El segundo de los tres recitales porteños de su gira One Last Time 2025 comenzó con Having a Party, tema que marcó el pulso festivo de la noche.
Vestido con un traje de cebra —el primero de los cuatro que luciría durante el show—, el cantante siguió con Tonight I’m Yours y This Old Heart. En un giro inesperado para quienes lo asocian con sus discos de baladas y estándares, rindió tributo al blues con una poderosa versión de Rollin’ & Tumblin’, de Muddy Waters, mientras en las pantallas LED desfilaban imágenes de leyendas del género como Albert Collins y Howlin’ Wolf.
El espectáculo fue tan visual como musical: luces, pantallas e instrumentos brillaron en un montaje digno de un show de Las Vegas. Ya con una camisa negra y pantalón a tono, Stewart atacó It Takes Two, el tema que grabó con Tina Turner, y continuó con los clásicos The First Cut Is the Deepest y Tonight’s the Night. Antes de Forever Young, detuvo a la banda para pedirle al personal de seguridad que permitiera al público acercarse y tomarle fotos.
A los 80 años, con más de medio siglo sobre los escenarios, Rod Stewart sigue cantando, bailando y disfrutando. Aunque el título de la gira sugiera una despedida, todo indica que mientras pueda moverse y sonreír, no habrá “última vez”. Porque, al final, el tiempo pasa, pero quienes hacen lo que aman nunca se retiran del todo.