
En los espacios donde la vida parece detenida, a veces florecen los gestos más nobles. Un interno decidió transformar su tiempo en un acto de amor y fe: con paciencia y materiales simples, construyó una pequeña capilla de piedras dedicada a María Reina de la Paz.
La obra, realizada completamente a mano, refleja una profunda devoción y una intención que trasciende los muros. El interno busca vender esta artesanía para poder ayudar a su madre, que vive en otra provincia, y a quien no ve desde hace tiempo.
Cada piedra colocada, cada detalle, habla de esperanza, de reparación y de una fe que se mantiene viva incluso en los contextos más difíciles. En el interior de la capillita, la imagen de la Virgen de la Paz invita a detenerse, mirar y reconocer la fuerza del amor filial.
Este gesto, sencillo pero cargado de sentido, recuerda que detrás de cada historia hay un corazón que late, una familia que espera y una mano tendida que puede marcar la diferencia.
Acciones como esta muestran que cada persona merece una segunda oportunidad: para creer, para crear y para volver a empezar.