La artista y poeta montó la muestra y lanzó un libro que combina sus poemas y pinturas de los últimos 30 años, enfocados principalmente en la temática de la naturaleza.
La artista y poeta Mercedes Larreta, nieta del escritor y académico Enrique Larreta, exhibió recientemente sus obras en el Consulado Argentino en Nueva York y acaba de lanzar un libro que combina sus poemas y pinturas de los últimos 30 años, enfocados principalmente en la temática de la naturaleza.
Vegetaciones, árboles, paisajes, ríos, campos, mascotas, zorros, animales y personas de su ámbito íntimo, además de la naturaleza en todo su esplendor, conforman el imaginario principal de esta artista que si bien pinta desde pequeña comenzó a exponer de manera pública en el último tiempo, por lo que decidió compilar su trabajo en el libro que lleva su nombre y que fue editado recientemente por La Ganuza.
Formada en los talleres de grandes pintores como Eduardo Audivert, Guillermo Roux y Eulogio de Jesús, Larreta nació y se crió en una familia de artistas y su más reciente exposición, que tuvo lugar en Nueva York, se llamó "Cuando los verdes se vuelven azules el torbellino cabe en la palma de una mano", un conjunto de pinturas de campos, habitadas por un alma femenina que abraza la naturaleza en medio de los árboles, zorros, ríos y guanacos.
"Mi tema central es la naturaleza y nuestro vínculo con ella. Una mano acariciando a un perro, una mujer caminando con un loro en el hombro. El agua es otra fijación. El agua en movimiento, el agua quieta, los remolinos. Los perros, los galgos, perros tan dóciles y tranquilos que sufren tanto maltrato. La Patagonia, en especial: Tierra del Fuego y todo lo que allí habita. El viento, la luz, lo inmenso. Y el humor, como el condimento esencial que tiñe todo lo que hago", cuenta Mercedes Larreta a Télam.
La flamante publicación conjuga, entre textos e imágenes, el resultado de 30 años de pintar ininterrumpidamente y de escribir poesía con la misma fluidez, además de los textos introductorios a cargo del crítico Pablo Gianera y de la curadora Diana Flatto, quien señala cómo la obra de Larreta "examina directa o indirectamente la relación entre la esfera doméstica y el ambiente".
"En mi familia el arte estuvo siempre presente. Mi abuelo fue escritor y un excelente pintor. Mi hermano mayor, escultor. La música también siempre estuvo presente. Tengo la alegría de tener dos hijos artistas (María y Enrique Campos). Empecé a dibujar y a pintar desde muy chica. Es gracioso porque siento hoy la misma sensación de nerviosismo y emoción; de efervescencia interior al estar pintando que cuando tenía 5 o 6 años. Sigo ese impulso casi a modo de observador, sosteniendo el pincel mezclando colores, dejándome llevar por algo que yo no determino. Sobre todo en el color", relata esta creadora, admiradora de Raquel Forner, Norah Borges, Marlene Dumas y Nicolás García Uriburu, entre otros.
-¿Cómo nació este libro que reúne tus pinturas y poemas?
- Creo que la génesis empezó hace tiempo porque si bien la decisión de hacer el libro fue una propuesta de mi editora, salió a la luz todo el trabajo que venía gestando desde mis inicios. Ya estaba todo hecho, fue cuestión de seleccionar y tomar decisiones sobre cómo mostrarlo. Pablo Gianera fue el que planteó la obra con un orden de afinidad visual, artística y no cronológico, porque nunca trabajé por series o períodos marcados según una agenda. Siempre trabajé libremente en ese sentido y ese es uno de los rasgos de mi pintura, creo yo. Puedo ir y volver sin miedo, como un espiral, como un remolino que me lleva. Fue muy lindo todo el proceso de armado del libro, pensar en cada detalle, la tapa con el galgo, el nombre solo en el lomo del libro, el color de la contratapa, la letra, el papel.
-¿Cómo se da el vínculo entre las pinturas y los poemas? ¿Alguna disciplina inspira a la otra?
-En realidad unimos en el libro pintura y poesía. Están ambos trabajos integrados pero mantienen cada uno su mundo propio, su personalidad. Cuando pinto pienso como pintora. Es una acción más física, gestual, te diría que visceral, me entrego en cuerpo y alma en esa acción. Cuando escribo, pienso como poeta. Mi escritura es fluida, vital, rapidísima. Muchas veces escribo de una el poema crudo en el celular y ahí arranca, lo que yo llamo "poda". Empiezo a sacar todo lo que sobra, me enamoro de los espacios en blanco, descubro formas, diagonales. Los puntos, las comas, no existen. Los títulos tampoco. La escritura es cómplice de mis pensamientos espontáneos, mis ocurrencias, mi humor. También registra mis oscuridades, no siempre tan luminosas. Siempre me gustaron las poetas uruguayas Marosa Di Giorgio, Ida Vitale, idea Vilariño, la poesía surrealista de Girondo. La pintura y la escritura son diferentes versiones de mí misma.
Fuente: Télam