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Año nuevo, viejas creencias que se repiten

El año nuevo en Argentina se recibe con diversas tradiciones donde el "creer" es parte del tejido social. Según estudios recientes (2025), casi la mitad de los argentinos (46-51%) utiliza cábalas o rituales de algún tipo para sentirse más seguros o atraer buena fortuna. Y aunque estas prácticas tienen un 0% de efectividad mágica, se comprobó que puede otorgar hasta un 40% de ventaja psicológica.



En Argentina, las cábalas y supersticiones para recibir el año nuevo, combinan tradiciones heredadas con rituales locales para atraer suerte, amor y prosperidad. Muchas de estas creencias tienen orígenes antiguos que se entrelazan con tradiciones de inmigrantes europeos (principalmente españoles e italianos) y que finalmente, se han adaptado a la cultura local. Barrer hacia afuera (para expulsar las malas energías y "limpiar" el hogar de negatividad), dar una vuelta a la manzana con una valija (para quienes desean viajar en el nuevo año), utilizar lentejas (para atraer riqueza y abundancia económica), consumir 12 uvas (una por cada campanada a la medianoche, pidiendo un deseo), utilizar ropa blanca (para recibir el año con "pureza" y renovación de energías positivas), entre muchas otras, son algunas de las prácticas más habituales en el país.

ORIGEN DE LAS CREENCIAS POPULARES

Comer 12 uvas a las doce de la noche, es una tradición con fuertes raíces en España, donde su versión más popular sostiene que en 1909, los viticultores de Alicante, idearon esta costumbre para dar salida a un excedente de cosecha, promoviendo el consumo de "uvas de la suerte". La tradición de comer lentejas a medianoche, otra de las más populares, proviene de Italia. Los romanos tenían la costumbre de regalar un pequeño bolso de cuero (llamado "scarsella") lleno de lentejas, con la esperanza de que estas, se convirtieran en monedas de oro y aseguraran así, prosperidad económica durante todo el año.

DESDE LA PSICOLOGÍA

Aunque no existe evidencia científica de que realizar estas prácticas cambie mágicamente el curso del destino, realizarlas sí tiene un efecto psicológico real y poderoso en la mente de las personas. El futuro al ser impredecible, genera ansiedad; al llevar a cabo estas accionesrituales, aseguran desde la psicología, que el cerebro siente que está haciendo "algo" concreto para influir en lo que vendrá, creando así, una ilusión de control que reduce el estrés y la angustia frente a lo desconocido. Por otro lado, también fundamentaron que el creer que una cábala funciona, puede llegar a actuar como un placebo. Si se está convencido de obtener suerte por haber comido 12 uvas, es probable que se enfrente los desafíos del año con una actitud más optimista y segura. Esta confianza podría mejorar el desempeño real y ayudar a notar.

oportunidades que de otro modo, se ignorarían. Estos rituales aprovechan lo que la psicología llama el Fresh Start Effect. En este caso, el cambio de calendario actúa como un hito temporal que le permite a la mente "borrar" los errores del pasado, generando un “pico de motivación” que suele decaer rápidamente; se ha comprobado que el 23% de las personas, abandona sus metas en la primera semana.

DESDE LA FE CATÓLICA

Para las personas de fe, la “suerte” en sí misma no existe; pero si así, esperar en la Providencia Divina. Si bien en torno al año nuevo no existe un sentido verdaderamente religioso, desde la perspectiva católica intentar "asegurar" el futuro mediante supersticiones, denota un deseo de poder sobre el tiempo y una falta de confianza en la Divina Providencia. La Iglesia por su parte, invita a los fieles a ponerse en manos de Dios para lo que depara el futuro en lugar de recurrir a amuletos y rituales supersticiosos. Si bien en la Iglesia en Argentina no prohíbe las cenas familiares o la alegría de la fiesta por un nuevo año, advierte sobre la "paganización" de la fecha. Es importante el agradecimiento por el año pasado y poder elevar una oración por el nuevo año, evitando caer en rituales que buscan atraer dinero, salud o amor mediante acciones mecánicas (como barrer hacia afuera o poner dinero en el zapato), ya que se consideran formas de idolatría o adivinación. Por lo tanto, la Iglesia considera que estas prácticas de superstición son incompatibles con una fe coherente, e invita a celebrar el Año Nuevo como un tiempo de renovación espiritual y no de azar.