
El Día de la Virgen de Guadalupe se celebra cada 12 de diciembre, conmemorando la última aparición de la Virgen María al indígena San Juan Diego en el Cerro del Tepeyac (Méjico) en 1531, donde su imagen milagrosamente quedó impresa en la tilma.
Millones de peregrinos, especialmente en México y EE.UU., acuden a la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México para cantar “Las Mañanitas”, orar y agradecer a “La Morenita del Tepeyac”, su patrona. El papa Juan Pablo II, nombró a la Virgen de Guadalupe “la Patrona de América” durante su visita a México en 1999. También se le conoce como “Emperatriz de las Américas”, “La misionera celeste del Nuevo Mundo”.
En 1531 la Bienaventurada María Virgen de Guadalupe apareció a Juan Diego, un azteca convertido al cristianismo. En aquel periodo México estaba envuelto por violencias y, sobre todo, por continuas violaciones de la dignidad humana. Quienes sufrían graves discriminaciones eran, en particular, las poblaciones indígenas. Las apariciones marianas sellan el encuentro entre los nativos y Cristo. María se presenta como la “Madre del verdadero Dios”. La Bienaventurada Virgen elige a Juan Diego como su mensajero.
El hombre refiere que la Señora le ha dicho de construir, en aquel lugar, un santuario. El obispo no cree en sus palabras. El 12 de diciembre de 1531 la Señora deja crecer sobre el terreno, en pleno invierno, perfumadas rosas. Juan Diego las recoge en su manto. Cuando lo abre ante el obispo para mostrar las flores, sobre el tejido aparece la imagen de María. Está retratada como una joven india. Por esto, es llamada por los fieles “Virgen morenita”. La mirada de María En la imagen impresa sobre el manto, los ojos de María presentan ramificaciones venosas del ojo humano.
En los párpados aparecen particulares de extraordinaria precisión. Son imágenes tan pequeñas que sólo con las técnicas de agrandamiento hasta dos mil veces, ha sido posible localizar. En el ojo derecho aparece un grupo familiar indígena. Son una mujer con un niño en su espalda y un hombre con algo similar a un sombrero que la mira. En el ojo izquierdo aparece un hombre anciano con barba, identificado como el obispo. Esta última es la escena de cuando Juan Diego abre su manto delante del obispo y, por primera vez, se desvela la imagen mariana. La mirada de María se dirige en particular hacia los oprimidos y los sufrientes.
Cada año millones de peregrinos visitan el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, donde es conservado el manto (tilmàtli). Juan Diego ha sido proclamado santo el 31 de julio de 2002 por el Papa Juan Pablo II. La Basílica actual ha sido construída en 1976. Vivió Juan Diego hasta los setenta y cuatro años de edad, después de haber habitado cerca de tres lustros junto a la primera ermita construida para rendir culto a Santa María de Guadalupe. Falleció en 1548, al igual que el obispo fray Juan de Zumárraga.
El 31 de julio de 2002 tuvo lugar su canonización. En poco tiempo, la devoción a la Virgen de Guadalupe se extendió de manera prodigiosa. Su arraigo en el pueblo mexicano es un fenómeno que no tiene fácil comparación; puede verse su imagen por todas partes y se cuentan por millones los peregrinos que acuden con una fe maravillosa a poner sus intenciones a los pies de la milagrosa imagen en su Villa de México.
En toda América y en muchas otras naciones del mundo se invoca con fervor a la que por singular privilegio, en ningún otro caso otorgado, dejó su retrato como prenda de su amor.