
El síndrome de Burnout es una problemática cada vez más reconocida en el entorno laboral, caracterizada por el agotamiento físico, mental y emocional y el mismo puede acrecentarse durante los últimos meses del año que es cuando se suelen concentrar las cargas emocionales y las laborales.
La necesidad de cumplir objetivos, cerrar proyectos y evaluar resultados genera, en muchas personas, una sensación de presión constante, mientras que, a este ritmo acelerado se suman compromisos personales y familiares, lo que termina por sobrecargar la mente y el cuerpo.
El último mes y medio es, para muchos, un momento de balance y autoevaluación, sin embargo, ese ejercicio puede transformarse en una fuente de estrés cuando se combina con la exigencia de rendir al máximo, mientras que las metas no alcanzadas o los desafíos pendientes suelen dar paso a la frustración y a la autocrítica, generando un estado de tensión que impacta en el bienestar emocional y físico, según informe de la Agencia Noticias Argentinas.
“La fatiga mental y física es una señal de alarma que no debe minimizarse. Aparecen síntomas como irritabilidad, pérdida de energía, insomnio, dolores musculares, dificultades digestivas y falta de concentración. También se observa desmotivación y una sensación de agotamiento que impide disfrutar de los logros obtenidos”, explica la Lic. Liliana Acuña, psicóloga de Boreal Salud (M.P. 4.379).
La especialista señaló que la combinación de demandas laborales, compromisos sociales y pensamientos autocríticos puede derivar en un desgaste progresivo. “Cuando la persona se exige sin pausas ni descanso, se afecta el equilibrio emocional. El cuerpo comienza a manifestar lo que la mente no logra procesar”, agrega.
Para preservar el bienestar emocional en el cierre del año y prevenir cuadros de agotamiento o burnout, los profesionales recomiendan implementar pequeñas acciones cotidianas que ayuden a recuperar el equilibrio entre las exigencias laborales y la vida personal.
De todas maneras, no se trata solo de “bajar el ritmo”, sino de incorporar hábitos que fortalezcan la salud mental y permitan gestionar mejor el estrés acumulado. Entre las principales estrategias sugeridas por los profesionales se destacan:
Incorporar prácticas de relajación o respiración consciente.
Organizar prioridades y distribuir mejor las tareas.
Reservar momentos diarios para actividades placenteras.
Poner límites saludables a los compromisos y demandas.
Fomentar vínculos positivos y redes de contención.
Reemplazar pensamientos rígidos o negativos por otros más realistas.
Pedir ayuda o acompañamiento cuando sea necesario.
Mantener rutinas saludables de descanso, ejercicio y alimentación.
Dormir las horas necesarias para recuperar energía.
Cultivar la amabilidad hacia uno mismo y reducir la autoexigencia.
La importancia de cuidar la salud mental
Cuidar la salud mental en el cierre del año no solo mejora el bienestar personal, sino que también permite afrontar los desafíos con mayor claridad y energía.
Por esa razón, reconocer los límites y buscar equilibrio entre las obligaciones y el descanso es clave para evitar que el cansancio emocional se transforme en agotamiento crónico.
“La psicoterapia ofrece recursos concretos para aprender a gestionar el estrés, fortalecer la autoestima y recuperar la motivación. Trabajar con un profesional ayuda a establecer objetivos más realistas, ordenar las prioridades y desarrollar estrategias de afrontamiento saludables”, concluyeron los expertos.