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Sobre el respeto por aquel que ha puesto el cuerpo… cuando ese aquel somos nosotros

Dicen que los sueños están para ser cumplidos, pero… en determinado tiempo cronológico de nuestra vida, por las circunstancias que a todos nos atraviesan, perdemos la conexión con nosotros mismos, o quizás nos damos cuenta que en realidad nunca tuvimos intimidad con nuestro propio deseo.



Por María José Carrizo Díaz

                    No es mi intención, definir ni dar batallas semánticas ni psicoanalíticas sobre el deseo, pues para cada uno de nosotros podrá tener una connotación distinta, dicen que el origen de todo está en la infancia, y lo confirmo, pero retomando esta idea cronológica del tiempo, llega un momento en que la única y soberana responsabilidad, aunque parezca un oxímoron es nuestra.

               Después de recorrer grandes las grandes devociones, la pérdida del entusiasmo, porque no, la pérdida de un proyecto, llámese laboral, personal, o afectivo, bancarnos en ese incordio de lo “PERDIDO”, es un estadio que requiere una ETICA DE LA DIGNIDAD, que es difícil sostener, porque, por un lado, la marea de lo que se pierde te lleva, y en todo ese vendaval la subjetividad de lo que, hasta ese entonces, éramos  

                        Recuerdo a Victor Frank en el Hombre en búsqueda del sentido decir en más o en menos, que a una persona se le puede arrebatar todo, menos la libertad de elegir sobre su propio destino). La salida, siempre es ELEGIR LO COLECTIVO, no sanamos en soledad, ni en la anomia, sanamos a través de Otros, sanamos con el grupo de running que activa una salida a las 06 am, y te encontrás siendo feliz compartiendo risas, con un montón de personas que muchas veces ni conoces, pero que se solidarizan, te acompañan, esa comunidad es grandiosa, la risa! Que melodía contagiosa! y te pide siempre más, y te pide cambiar hábitos, y te pide el compromiso más vital y difícil de sostener que es el Propio,  qué hermoso son esos amaneceres con la simpleza de estar vivos, y en tiempo presente.

                          Todo está dicho, y también escrito, lo sé, pero en la manera que expresamos nuestro mensaje, le puede llegar a un destinatario distinto, y de la manera menos pensada, como me sucedió con Facu, quien sencillamente me regaló esos libros que con sus hojas anilladas y tamaño de bolsillo, guarda el aroma de esas peatonales en soledad, se titula Una Feliz Mort… y aunque pareciera ser un enunciado sombrío, guarda la simpleza de la narración callejera y de un varón que pudo mostrarse vulnerable. Leí también por ahí que la Compasión funciona en 3 sentidos: “hacia los demás, desde los demás, y hacia uno”, me quedo con esto para finalizar este paso: “Hoy, es el día más importante, siempre es hoy”.  Hay un problema con la idea del Destino, la misma le saca valor a nuestras acciones, a nuestras decisiones. Nos saca el control sobre nuestra vida. Por eso, recomiendo descartar la idea del destino, porque nuestra vida está en nuestras manos, es nuestra responsabilidad y el único ALGO, que nos tiene que comandar, está dentro nuestro.

                        Estas líneas, es una invitación a las experiencias nuevas, a ir hacia lo que en tus limites racionales o de timidez no harías bajo ninguna circunstancia, Los Otros, siempre los otros, a través de esos otros, con los que podemos bajar la guardia, que requiere salir del combate habitual, de la mala intención, del sobre análisis, en el cual el personaje, ocupa el lugar del escudo protector, pero para que eso ocurra se tiene que crear un espacio de seguridad y confianza. Insisto, el diálogo centrado en la dimensión humana, es una necesidad. Ayudar, y dejarse Ayudar van de la mano. 

                     Ser un buen compañero hace que la vida sea más gratificante, y creo que, a la larga, hace que vivas mejor. Elegir desde donde nos conectamos, elegir el combustible que nos va a mover es una decisión muy importante en la vida. Estoy convenida, que conectarse con uno, y con los demás te lleva a buscar Hacer el Bien, tener Buenas Intenciones, después cometeremos miles de errores y contradicciones, pero conoceremos y nos tendremos para volver a empezar. -

 

María José Carrizo Díaz, abogada