La escasez de lluvias y la suba de las temperaturas afectan la navegación y el traslado de pasajeros y cargas. Encarecen también los alimentos y la electricidad.
Debido al aporte de la generación hidroeléctrica a la matriz energética nacional, la falta de precipitaciones también encareció la electricidad, causando un aumento de casi 0.90 reales cada 100 kWh.
Temperatura en alza
El investigador de la Universidad Federal de Santa Catarina, en Brasil, Bernardo Flores, resaltó que en algunas regiones de la Amazonía la temperatura media aumentó un 2 por ciento desde la década de 1980 y, según los pronósticos, continuará subiendo.
Flores expresó: “Toda la Amazonia se está calentando mucho más … y esto tiene una influencia enorme. La sequía actual está asociada a estas temperaturas mucho más altas”.
El cambio climático, la deforestación y los constantes incendios son la razón principal de la sequía en la región y, por consiguiente, del descenso de las aguas del río Amazonas.
El río Amazonas nace en la cordillera andina a 6600 metros sobre el nivel del mar y desemboca en el océano Atlántico.
En la cuenca del Amazonas se conocen más de 2700 especies de peces (1900 de las cuales son endémicas), lo que supone aproximadamente el 8 % de las especies de peces del mundo. Cada año se describen aproximadamente 35 nuevas especies, a una media de una cada 10 días.
Más allá de su asombrosa diversidad de vida, el río Amazonas es una fuente de vida para los más de 47 millones de personas que viven en sus riberas y en toda su cuenca.
Casi 2,2 millones de indígenas, que representan a más de 400 grupos étnicos diferentes, llaman a la cuenca su hogar.
Para muchos, el pescado del río es su principal fuente de proteínas. Una sola persona puede consumir cerca de 500 g de pescado al día en ciertas comunidades.
El propio río y los animales que viven en él son venerados en las culturas locales.
No obstante, la salud del río Amazonas se está viendo amenazada. Las presas hidroeléctricas, las especies invasoras y la contaminación siguen degradando sus aguas.
La deforestación y la conversión a la agricultura, la minería, la expansión urbana y otras tensiones afectan también al flujo y la calidad del agua que entra en el río.