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Esquizofrenia: la importancia de la contención familiar y la visibilización

La visibilización de la problemática que afecta a quienes tienen un diagnóstico de esquizofrenia y la necesidad de generar redes de contención para familiares, amigos y personas que acompañan en este padecimiento, resulta de vital importancia. Circe González Lezcano, nos acerca desde su experiencia a construir una mirada empática.



La esquizofrenia es según los especialistas, un trastorno mental grave y crónico, evolutivo y discapacitante, que puede ser hereditario o adquirido y que afecta la manera que una persona piensa, siente y se comporta.

En La Rioja, se desarrolló el sábado último, el primer encuentro de Psicoeducación familiar destinado a familiares, amigos y público en general. Una iniciativa que se mantendrá de manera quincenal, con acceso libre y gratuito.

Desde la vivencia familiar

La iniciativa del encuentro surgió de la experiencia propia de Circe González Lezcano y su vinculación directa con la temática por ser hermana de una persona con diagnóstico de esquizofrenia. “Mi hermano fue diagnosticado a los 17 años, ahora tiene 38”. En estos 20 años, como familia recorrieron un largo camino de acompañamiento, ayuda, sostén y aprendizaje.

Desde la visión como hermana, Circe relata a Medios El Independiente que “a través del tiempo fuimos pasando diferentes situaciones muy complejas, dolorosas y difíciles, pero fuimos avanzando, casi siempre solos como familia, luchando con el sistema de salud, de justicia, con el sistema educativo y la sociedad en general”.

“Cuando mi hermano tiene su primer brote a los 17 años, yo tenía 15, por muchos años lo acompañé aún con miedo, tristeza y dolor”, dice y agrega “lo que sentí, durante mucho tiempo, era la soledad, al margen de mi familia sentía que era la única que vivía esto. La gente alrededor me acompañaba, escuchaba, pero no le pasaba lo mismo, sino que lo hacían desde la empatía y el cariño”.

Los años transcurrieron y también las sensaciones y sentimientos fueron cambiando. “Ahora con mis 36 años, siendo madre, una adulta responsable, con proyectos y objetivos personales, decido ponerme a cargo del cuidado de la salud de mi hermano”, cuenta Circe.

Para eso, comenzó a desandar un camino distinto, buscando información, realizando talleres de acompañamiento a familiares, vinculándose a nivel nacional en Buenos Aires y Córdoba, con la Asociación de Ayuda para personas con esquizofrenia y sus familiares. “Encontré mucha empatía, cariño y me sentí muy contenida. Eso cambio mi forma de ver las cosas. Se unieron mis padres a los talleres grupales y se sintieron entendidos y acompañados”.

Tejiendo redes

En la búsqueda de información, profesionales y herramientas, Circe encuentra en la asociación cordobesa (ACAPEF) una guía y la recomendación del licenciado en Psicología Matías Brígido. Así se comienza a gestar la iniciativa de estos talleres, para contactar y conocer a las personas, familias y grupos de cercanía.

“Desde mi experiencia, la realidad era que estamos muy solos, no hay conocimiento de la enfermedad, faltan especialistas, los lugares de internación están desbordados tanto en lo público como privado”, describe Circe.

A esto le añade que, en la sociedad, “no se habla del tema, hay mucho desconocimiento; las obras sociales deben brindar la cobertura al cien por ciento, pero no lo hacen de primera instancia, sino cuando haces el reclamo; los medicamentos son muy caros y no tienen cobertura total, ese es el panorama que tenemos. Está todo por hacer y mejorar”.

“Queremos abrazar a todas esas personas que están en la misma situación, cada uno desde su realidad, pero que a todos nos duele, y juntos poder construir desde el sufrimiento algo positivo”, afirma con mucha esperanza y desde el amor.

“El conocimiento te abre la cabeza, hay poca información. Hay que aprender, conocer, interiorizarse e informarse. Todo eso te pone en un lugar diferente”.

Junto a esto, comenta que la idea es consolidar este espacio, divulgar a la sociedad, generar ámbitos de contención y acompañamiento y que la sociedad se convierta, lejos de la estigmatización y como red de apoyo para quienes tienen padecimientos de salud mental.

“La terapia es un pilar, la medicación es otro; pero la contención de la familia y el ámbito en la que la persona funciona, es imprescindible”, asegura Circe.

Los espacios de psicoeducación también son necesarios y relevantes para que la sociedad en general acepte un padecimiento invisibilizado y que se da mucho. La empatía y la aceptación de estas situaciones a nivel social contribuyen mucho al bienestar de la persona.

“Queremos construir e involucrarnos para que las cosas cambien y sea mejor para todos”.

Etiquetas sociales

Consultada sobre la estigmatización en torno a la temática, considera que lo fundamental es “dejar de discriminar, que empaticen y validen lo que a pasa para que las personas con este padecimiento puedan tener una vida plena y el desarrollo de actividades sin estigmas ni etiquetas”.

En este sentido, reflexiona acerca de las temáticas de salud mental que “una discapacidad física es fácil detectarla y verla, pero ante problemas de salud mental al no ser visibles es difícil lograr la empatía o que se comprendan determinados comportamientos, actitudes y sentimientos”.

Un mensaje de esperanza y amor

Como mensaje para las familias y personas que están cerca de alguien que padece esquizofrenia, “es largo, duro pero hay luz al final del camino; es un proceso que hay que transitar y que es mucho mejor contando con información, con personas que ya han hecho ese recorrido y desde su experiencia comparten conocimientos y ahorran tiempos y caminos”. También insiste que “sepan que no son los únicos que están pasando por algo similar, hay muchas personas, familias acompañando a sus seres queridos, hay amistades que se involucran, hay parejas que se quedan”.

Junto a esto, agrega que “hay mucho desarrollo científico sobre los tratamientos farmacológicos y sobre los tratamientos terapéuticos, no pierdan esperanzas y no se sientan solos”.

Cuidado de la salud mental

Circe también hace foco en el cuidado de la salud mental. “También tenemos que cuidar de nuestra salud mental, validar los propios sentimientos”. En esa línea, señala que “un padecimiento mental destruye y lleva a tocar fondo, pero con información y acompañamiento nuestros seres queridos pueden estar mejor. Todo mejora cuando la familia entiende y acompaña para que la persona pueda crecer y desarrollar su vida con total funcionalidad y con buena calidad de vida”.

 Asimismo, considera clave también el cuidado de quienes cuidan para que “como familiares podamos desarrollar nuestras vidas sin culpas, sin miedos, sin cargas excesivas y felices de transitar este camino con amor y empatía, que es lo que necesitamos”.