
Después de la aprobación del proyecto de ley de IVE (Interrupción voluntaria del embarazo) en la Cámara de Diputados de la Nación, es ahora el turno del Senado Nacional. En todo el tiempo de la tramitación de este proyecto, ha sido incesante, intenso y ruidoso el trabajo militante de la Iglesia Católica para mantener la práctica del aborto en el Código Penal. El aborto es delito en la Argentina..
¿Qué se discute en el Congreso?
No se discute el aborto.
Se discute su condición jurídica.
Se discute si debe seguir tipificado en el Código Penal o no. Si jurídicamente debe seguir siendo considerado delito o no.
Los abortos que se vienen practicando hasta hoy ¿deben seguir siendo clandestinos o se podrán realizar legalmente? Eso se discute. Sólo eso.
Nadie quiere que se aborten embarazos. Eso es unánime y no se discute.
¿Y entonces por qué tanta oposición al proyecto de ley?
¿Por qué los que se oponen al proyecto de despenalización, dicen que se oponen al aborto? ¿Por qué dicen que quienes apoyamos la despenalización estamos a favor del aborto?
¿Qué pasa, tanto cuesta entender que la despenalización no es apoyo al aborto?
O sea que hasta hoy, el aborto está prohibido y constituye un delito practicarlo.
¿Sirve para algo? ¿Esta prohibición ha hecho desaparecer la práctica de abortos en la Argentina?
Leamos lo que publicó Clarín el 24/6/2007(1). Acá tenemos un fragmento:
“Según un estudio reciente encargado por el Ministerio de Salud de la Nación y elaborado por el Conicet, el Centro de Estudios de Población (CENEP) y el Instituto Gino Germani de la UBA por cada aborto mal hecho que llega a un hospital argentino hay siete que se hicieron con éxito, sin registro. O sea, en Argentina, hay entre 460.000 y 600.000 abortos anuales…
El aborto ya existe, desde hace muchos años en nuestro país, No me va a decir que nunca supo de algún aborto realizado muy cerca de usted. Una sobrina, una prima, una tía, una hermana, alguna novia de su hijito querido…
Estamos rodeados de casos de abortos. Abundan, tienen nombre y apellido. Hasta tienen tarifa, que los jóvenes conocen. Haga la prueba, consulte con cualquier adolescente de confianza y le dirá el precio actualizado del aborto acá en La Rioja.
Quien quiere abortar paga y aborta.
Mortalidad materna
Cuando el aborto es considerado delito por las leyes, se practica igual. Pero en la clandestinidad y sin medidas de bioseguridad. Mueren los fetos y de cada siete abortos en uno también muere la madre.
Si fuera legal, esas mujeres no habrían muerto pero además y eso es lo más importante, se podría haber influido en la voluntad de las embarazadas que quisieron abortar para que cambiaran de actitud. Podríamos ir al encuentro de esas mujeres en su trayectoria hacia el aborto.
¿Podremos disminuir la cantidad de abortos?
Pero claro querido(a) lector(a). La militancia católica y toda otra organización de defensa de la vida, podría instalarse en las salas de abortos de los hospitales para atender a las necesidades de las mujeres que creen que la única salida es el aborto. Cosa que no se puede hacer en las casa de las comadronas aborteras, porque actúan en las sombras.
Si se tratara de jovencitas que temen las consecuencias familiares se podría proponer un trámite de mediación, para que la familia acepte la situación y proteja a la menor futura mamá.
Si los problemas fueran económicos podrían acercar planes asistenciales de las políticas públicas.
Si el problema fuera de exceso de hijos hasta se podría asegurar la adopción de la criatura por nacer en lugar de la muerte.
¿VE USTED? LA DESPENALIZACIÓN NO SÓLO PROVEE LA SEGURIDAD QUIRÚRGICA DEL ABORTO SINO TAMBIÉN Y MÁS IMPORTANTE, DA LA OPORTUNIDAD DE EVITAR ALGUNA CANTIDAD DE ELLOS.
Veamos lo que publicó el diario La Nación sobre esta realidad en un importante hospital de la Ciudad de Buenos Aires:
“El jefe de Maternidad del Hospital Alvarez, Marcelo Guz señaló que en el último año se internaron alrededor de 350 pacientes con abortos incompletos. "Son mujeres que intentaron hacerse el aborto en forma irregular, pero algo no salió bien o no se logró efectuar en forma completa y van al hospital con graves hemorragias o infecciones", describió.
"Hablamos de chicas de entre 15 y 20 años que efectúan abortos en condiciones de alta inseguridad. Cuando llegan a tiempo en general lo podemos tratar y se recuperan bien, pero hay veces en que se agrava mucho el panorama", agregó.
Al relatar lo que surge de las conversaciones con las pacientes, Guz indicó: "Las mujeres indican que la práctica la realizaron supuestos idóneos que les ofrecen intervenirlas, muchas veces en barrios de bajos recursos, y que cobran hasta mil pesos. Utilizan cualquier cosa, y en general instrumental no estéril que de por sí es muy peligroso". (2)
Sigo sin entender
La situación actual, con el aborto penalizado no consigue combatirlo. Se verifican alrededor de 500.000 abortos por año, incontrolables y bajo condiciones letales de inseguridad, ¿por qué seguir así? ¿por qué no optar por despenalizar el aborto para garantizar bioseguridad y una manera de identificar los casos antes de que ocurran?
Por supuesto que sería preferible que el aborto no se practicara, pero la penalización no lo evita, está a la vista.
Entonces ¿por qué ven preferible esta situación los militantes católicos?
No lo entiendo.
¿Mentir no es pecado?
Lo que sí entiendo es que mienten. De la misma manera, exactamente la misma que practicaron cuando se discutió la modificación a la Ley de Matrimonio Civil en 1985.
Desplegaron sus presiones con el falso lema “lo que Dios ha unido el hombre no separa” bajo la engañosa oposición a lo que llamaban Ley de Divorcio.
Tanto insistieron con ese título, que la opinión pública asumió sin crítica ese adulterado nombre para la ley que se discutía. El divorcio ya estaba contemplado en la Ley de Matrimonio Civil desde mucha antes. Lo que se venía a discutir era una modificación que habilitara al que ya estaba divorciado a volver a casarse.
Sí señor. Divorciados ya había. Nadie estaba esperando la modificación de la ley para divorciarse. Los que esperaban esa modificación eran todos aquellos que en muchos años fueron acumulando uniones de hecho, concubinatos forzados, que ansiaban regularizar. Los divorciados deseaban volver a casarse.
No pongo en duda la buena fé de los militantes masivos que seguían las consignas de la Iglesia Católica haciendo manifestaciones públicas, pegando autoadhesivos en las ventanillas de los autos o en las ventanas de sus casas.
Pero ellos no compraban de a miles esos artículos de propaganda falaz. Los que diseñaban, compraban y distribuían esas falsedades eran sacerdotes que tenían la cultura y la información suficientes como para comprender que la campaña era falsa.
Hoy se da la misma situación. Mandan a los chicos de las escuelas confesionales a manifestarse con artículos de propaganda profesional, para hacer campaña en contra del aborto cuando lo que se discute no es si aborto sí o aborto no. Se discute si debe seguir practicándose en las sombras, como delito y a cargo de delincuentes o se puede realizar como acto médico con las garantías de salubridad y licitud.
Quien piensa que la prohibición combate el aborto, es un ingenuo o un cínico.