
Por Héctor de La Fuente Es un placer y un honor, pero también una gran responsabilidad dar a conocer esta historia médica y científica por ser la de un querido amigo y coprovinciano..
Los sábados recibo la llamada de mi querida amiga y gran locutora Gabriela Fernández para ir al aire como siempre para informar sobre temas de Salud por radio Fénix/canal 11. En el sumario de la información surge porque estaba en agenda el nombre del cirujano plástico y reconstructivo riojano de nivel internacional Daniel Cataldo de reciente participación en el Congreso Argentino de Cirugía Plástica, una especialidad para "Elegidos" que combina habilidad manual, amor por el prójimo, inteligencia práctica en el quirófano, sensibilidad, arte y otras virtudes y destrezas.
Digo lo de la responsabilidad por conocer también a su ya fallecido padre y familia, y a su hermano vendedores de autos, un oficio que continúa el hermano del personaje médico de esta columna digital, que es otro riojano exitoso, pero por fuera de la política.
Hace dos años estando ambos en Buenos Aires recibo su cordial llamada para quien reparte su vida entre París y Milán donde opera también a celebridades. No obstante, esto, Cataldo Jr, también viaja a la misteriosa y mítica África dos veces por año donde opera en Nigeria a niños de poca edad y de escasos recursos de enfermedades de la cara debido a infecciones muy severas que ameritan su reconstrucción. En esto, es apoyado por el gran actor francés Gerard Depardieu.
UN PASO PREVIO POR LA CIRUGÍA CARDÍACA INFANTIL
Recuerdo haberlo visto a Daniel operar en el Sanatorio Güemes. Fue una vez que fui invitado a ver una difícil y compleja cirugía a un fornido adolescente nadador de 16 años de edad, que estuvo a cargo del jefe de Cirugía Cardíaca Infantil Carlos Dietl (al tiempo se fue a EE.UU.) con la asistencia del doctor Cataldo. Era un muy difícil caso de coartación de la magna arteria aorta y en un momento dado el paciente se hipotensa y allí salió el temple de acero de Dietl, Cataldo y todo el equipo del cardiocirugía infantil del Güemes sumado a los anestesistas con un enorme oficio y todo lo posible.
En el organigrama del Sanatorio, el Departamento de Cirugía Cardíaca, Vascular, y Enfermedades Torácicas estaba bajo la responsabilidad de Favaloro y englobaba a la cardiocirugía pediátrica desde 1971 cuando el eximio cardiocirujano al país vuelve convencido por el proyecto médico que le plantea su amigo y médico riojano Luis de la Fuente, algo que ambos se habían juramentado hacer en Mar del Plata en 1965 durante un congreso médico donde nadie en nuestro país quería tener a un tan hábil cirujano como Favaloro en la etapa pre desarrollo del bypass aorto-coronario con conducto venoso.
Cataldo entró en esa meca médica líder en Iberoamérica en la medicina cardiovascular y en casi todos los órdenes de la Medicina merced al doctor De la Fuente, director del otro Instituto Cardiovascular que existía en el Sanatorio Güemes: el de Hemodinamia, Cardiología Invasiva y Cardiología Intervencionista.
Había muchísimos puntos de contacto y zonas compartidas entre los cardiocirujanos, los cardiólogos clínicos y los cardiólogos intervencionistas.
Los cardiólogos clínicos con los nacientes cardiólogos intervencionistas se ocupaban de los diagnósticos clínicos, los pre operatorios y los post operatorios, y los cirujanos de las intervenciones a cielo abierto y trasplantes. Fernando Boullón hizo la mayoría de los trasplantes cardíacos pero su nombre no salía nunca en la prensa y eso trajo varias y varias internas médicas.
Un cardiocirujano argentino como Dardo Fernández Aramburu, volvía al país en 1978 y se decía de él que era ambidiestro, es decir que opera igual con ambas manos. Algo que en neurofisiología no existe pues cada mano tiene un comando y foco en diferentes hemisferios cerebrales (son dos), y estos nunca trabajan igual. Solo el gran Fernández Aramburu operaba Niños y Adultos en Argentina siendo las estructuras anatómicas de los niños más pequeñas en tamaño y frágiles lo que aumentaba la complejidad del asunto. Se dice de él, en varios círculos médicos que era el mejor de nuestro país aún de antes que empezara el inevitable declive de Favaloro (a sus 77 debido a su gran desgaste físico y de edad y avance de otras técnicas) para intervenciones tan complejas como las cardiovasculares, y con suerte para algunos pues cultivó siempre un extremo bajo perfil mediático.
Luego de su estancia en el Güemes, Cataldo de gran habilidad manual, va a Inglaterra a seguir perfeccionándose, pero esta vez con Ross y con Magdi Yacoub, un cirujano egipcio que fue furor en Inglaterra haciendo trasplantes cardíacos. La broma era que como a los ingleses mucho no les gusta trabajar, Yacoub hizo capot. Era la época de oro de la cirugía cardíaca a cielo abierto en los 80 y Yacoub viajaba en helicóptero por toda Londres donde lo esperaban tres pacientes promedio cada noche con el tórax abierto-listos para recibir una cirugía de urgencia. Luego, el auge de la angioplastia coronaria mínimamente invasiva cambió en gran parte, todo ese panorama.
Lo que nunca le dije a Cataldo es que mi madre es prima lejana de Francis Fontan Fitte, creador de la operación de Fontan que tantos niños salvó en el mundo.
Ross en Inglaterra, Batista en Brasil, Fontan en Francia son apenas de los pocos contados con los dedos de las manos cuyas técnicas quirúrgicas fueron bautizadas con sus respectivos nombres debido a que esos aportes fueron incuestionables en originalidad. En otras operaciones cardíacas se duda de la paternidad científica y por eso no fueron "apellidadas".
Cataldo Jr, con quien compartíamos visitas a la cancha en Buenos Aires, vira tiempo después hacia la cirugía plástica y reconstructiva, que es otro maravilloso mundo donde tengo otros amigos como Oscar Mallo y Marcelo Velcoff, casado con la periodista Marisa Andino.
En Italia, el cirujano plástico riojano realiza exitosos liftings faciales y se toma todo el tiempo del mundo en preparar en el quirófano al nervio facial para así aliviar espiritualmente a sus pacientes con ciertos "complejos" psicológicos. En África, salva directamente vidas con sus manos.
Cataldo lo hace con gran éxito. Es muy merecido, por otra parte.
Y antes que me olvide, les cuento a todos que estas columnas digitales en El Independiente Digital y otras ya vertidas serán un libro periodístico.