
En la historia municipal de La Rioja resalta con caracteres bien nítidos y contrastantes la labor del intendente, profesor Rafael Torres (1939-1942). No afirmaremos que fue el mejor, el más imaginativo, el de mayores realizaciones..
Por Miguel Bravo Tedin
Sería emitir un juicio de valor que no hace el equilibrio del juicio histórico, pero su obra que aún pervive, sus muchas inquietudes puestas y expresadas en obras de real jerarquía, nos señalan un periodo intendencial brillante y positivo.
Fue de ahí en adelante, más madura, más jerarquizada y con más vuelo. Apenas hecho cargo de sus funciones como intendente de la capital el profesor Torres, envía sendas cartas al inspector seccional de escuelas Láinez Rosendo Cano, y al director de la Escuela Normal, Dr. Adolfo Bazán, en la que dice: “Estoy empeñado en la actualidad en la tarea de realizar obra urbana, buscando por ese medio la mejor conservación edilicia y un mejor cuidado por parte del público de nuestros paseos.
“Como la escuela es el medio más eficaz para difundir esta idea, pues ella llegará así hasta los hogares más apartados y humildes, me he valido en solicitar su eficaz apoyo en pro y defensa de nuestro urbanismo.
“Si cree aceptable esta sugestión, puede obligar al personal docente de las escuelas ubicadas en los barrios suburbanos, a que den clases sobre urbanismo edilicio, tratando de inculcar al niño que es un deber cuidar la belleza de la ciudad, no manchando sus edificios, no destruyendo sus jardines, no escribiendo letreros en sus murallas y no quebrando los gajos de los árboles de las calles y plazas públicas”.
Esta pequeña muestra nos señala el sentido docente de la función municipal. Y Torres en esto fue realmente un maestro. La tarea a realizar era enorme y la ciudad iba a necesitar de muchos esfuerzos, de mucha colaboración y ganas de hacer cosas. En una crónica de La Voz del Pueblo (abril de 1939), titulada “Recorriendo la ciudad” se anotaba: “Sitios baldíos de la gente rica que esperan ansiosa la hora que el gringo venga a edificar al lado para que se valorice su terreno sin que nada le cueste.
“Casas en derrumbe o ruinas de escombros en pleno centro que no ven las horas que la pala del obrero acabe con ellas, después de todo, sus dueños tienen dinero en los bancos, automóviles nuevos y pasean hasta Mar del plata. ¡Cómo no criticar todo esto que nos grita nuestra indecisión y nuestra pereza riojana tan triste y legendaria!
“Pero mejor que todo empecemos a caminar, demos una vuelta por la ciudad, que hace mucho no la hemos visto de cerca; llegamos a la calle Telechea esquina J. V. Gonzalez, una ruina nacional, las ruinas de San Nicolas de Bari, desde el tiempo del temblor grande 45 años de ruinas, a una cuadra de la plaza principal, medio manzano; todos los turistas que ahora llegan llevan de La Rioja como un recuerdo, la foto de estas ruinas, su dueño: el Obispado, que mucho puede y no ha querido en casi medio siglo arreglar esa esquina con cualquier pretexto; los franciscanos con menos medios, más humildes y pobres, han edificado media cuadra en la calle 25 de Mayo y siguen a la vuelta por la calle J. B. Alberdi.
“Continuamos una cuadra más y otro baldío. Casi todo un manzano, ¿de quien es?, de los dominicanos. Todo un manzano a excepción de la esquina de la P.B. Luna y Santiago del Estero donde se levanta la nueva Asistencia Pública, obra del último gobierno, signos de modernismo. Los dominicanos mantienen ese baldío en pleno centro de hace 350 años.
“Seguimos a pocos pasos otro baldío: dicen que es de los señores Vera, gente que vive afuera, que han adquirido dinero y no quieren edificar. Pasamos allí frente mismo de La Merced, una esquina en ruinas, apenas blanqueadas, por casualidad tal vez, ¿de quién es? Su dueño un millonario que vive en Santa Fe y no edifica ni vende hasta que le valoricen edificando al lado.
“Y dejamos para el último, hemos llegado a la misma Plaza 25 de Mayo, frente a nuestra casa colonial, en el corazón mismo de la ciudad, frente a la Catedral el mejor de los baldíos”. La verdad era que había mucho por hacer y hasta diríamos que pronto. Los vecinos se mostraban reacios al pago del asfaltado de la ciudad y lo expresaban públicamente, pero no obstante la crisis, eterna crisis económico-financiera, la falta de fondos, la mala voluntad de muchos y el escepticismo de otros, don Rafael Torres puso manos a la obra. Por otra parte el senador nacional por La Rioja Héctor González Iramain y en palabras transcriptas en el Diario de Sesiones del Senado de la Nación hacía el elogio del profesor Torres (6 de junio de 1939): “El actual intendente municipal de la ciudad capital de La Rioja, profesor Rafael Torres movido por el mismo afán y cariño por el lugar, hace esfuerzos por acelerar ese progreso con economías casi heroicas; suprime todo gasto innecesario y se despoja del automóvil oficial que provee el reducido presupuesto municipal para el propio intendente con el fin de adquirir para la Municipalidad y para el servicio de la ciudad, barredoras y segadoras mecánicas. Actualmente proyecta la construcción de un matadero y de un frigorífico modernos, con la misma finalidad”. Y mientras el Intendente Torres ahorraba centavos para llevar a cabo sus planes, la provincia no le iba en zaga.
No nos adelantemos en el tiempo y retomemos los problemas que planteaban los vecinos en septiembre de 1939: “La población de La Rioja, capital de la provincia, lucha por conseguir la mejora del servicio de luz, habiéndose creado al efecto una junta permanente de acción pro-mejoras, ampliación y abaratamiento de la energía eléctrica que se suministra a la ciudad. En el manifiesto dado a conocer explicando los motivos de la fundación de la entidad, se expone el carácter negativo que representa para el desarrollo de la capital la deficiencia del servicio de luz que paraliza prácticamente su progreso en cualquier orden de actividades, especialmente en el industrial. Talleres y otros establecimientos de trabajo, deben instalar plantas eléctricas privadas, lo que representa una inversión sumamente gravosa, prohibitiva en muchos casos y no sólo las fábricas deben hacer frente a ese problema: el Hospital de beneficiencia San Vicente instalará sus propias máquinas para producir corriente.
El documento que dio a publicidad la junta constituida en La Rioja permite conocer detalles interesantes sobre el suministro de luz a la ciudad, suministro que presenta deficiencias extraordinarias, mayores de lo que a la distancia se puede imaginar.
“En primer término no se extiende más allá de cuatro cuadras de la plaza principal. Se interrumpe con frecuencia con una repercusión insospechada. Veces hubo en que la Legislatura se vio obligada a levantar las sesiones por falta de luz…”.
Recordemos que desde principios de siglo La Rioja tenía problemas de luz. Casi había transcurrido medio siglo y el problema subsistía.
Y como la cosa, parece que era mostrar los trapitos al sol y dejar bien sentado que la capital necesitaba de todo, en dos breves sueltos se hacía mención a que la capital carecía de un hospital bien dotado pues una partida de 200.000 pesos m/n para “la construcción de un nuevo cuerpo del Hospital San Vicente nunca se concretó” y que la “Cárcel de La Rioja necesita se le suministre luz eléctrica y de alguna mejora imprescindible. De lo contrario los señores presos tomarán la de Villadiego sin dificultad alguna”.
Pero con altos y bajos, con atrasos y esperas, la ciudad de La Rioja marchaba e iba concretando algunas realizaciones importantes. Y así el 18 de diciembre de 1941 “se transfería a favor del Comando de Aviación del Ejército, 100 hectáreas del inmueble expropiado, destinado al emplazamiento del aeródromo de la ciudad capital de La Rioja”. Y un día después se autorizaba al Ejecutivo a pavimentar 24.000 metros cuadrados en la ciudad de La Rioja y la construcción de un barrio para empleados u obreros con un máximo de 25 grupos de viviendas de dos casas habitaciones cada grupo en La Rioja y la construcción de un parque balneario (Yacampis).
Por ese entonces y al cabo de dos años y medio al frente de la Intendencia de la capital, la labor del profesor Rafael Torres no podía escapar al obligado elogio de propios y extraños y así en el periódico Prensa Riojana (1° de octubre de 1941) y al hablar de la “Acción Municipal –Progreso Edilicio”, se comentaba: “Tócanos ahora pasar revista de la acción municipal desplegada por nuestro intendente don Rafael Torres. Su actuación al frente de la comuna no puede ser más eficaz al encarar problemas tan vitales y primordiales para una capital, como ser el Mercado, el Matadero, cementerio, arreglo de la Plaza 25 de Mayo, veredas y sitios baldíos clausurados.
“Las importantes obras mencionadas que cambian fundamentalmente el aspecto edilicio de nuestra ciudad cuestan cerca de medio millón de pesos de nuestro erario municipal. Ninguna época como la actual ha sido menos propicia para llevar a la práctica obras de tanta importancia por su costo, pero la noble y patriótica comprensión del Sr. Intendente ha proyectado y ejecutado tales obras que ningún intendente anterior se animó ni siquiera de proyectar, a pesar de haber contado con épocas más prosperas en que recaudaba mayores recursos”. El aniversario de la ciudad (20 de mayo de 1942) adquirió ribetes hasta entonces nunca alcanzados, pues en esa oportunidad La Rioja contó con la presencia de una serie de invitados especiales, en la inauguración de varias obras de significación: los intendentes de Buen os Aires, Córdoba, Paraná y otros.
“Los actos inaugurales contaron con la presencia de distinguidos intendentes de otras ciudades de nuestro país, los cuales acentuaron así la trascendencia de aquellos.
“A las 10 horas de la mañana se llevó a cabo la inauguración del nuevo local de una Escuela Nacional donada con filantrópico gesto por el señor Roger Ballet. Llegada la tarde a las 18 horas de la misma, consumóse la bendición de los respectivos locales del Mercado Frigorífico Municipal “Ramírez de Velasco”, corralón y matadero modelo, que viéronse concurridos por un nutrido público; una hora después se hizo lo propio con el edificio del Mercado Frigorífico Municipal “Progreso”, donde usaron de la palabra el señor ministro de Gobierno e Instrucción Pública, doctor Germán Kammerath Gordillo, nuestro intendente, profesor Rafael Torres, y el de la ciudad de Paraná, doctor Enrique Aceval”.
Uno de los actos más brillantes y populares fue sin duda la inauguración del Parque Yacampis que hasta bien entrado el siglo XXI fue el único parque importante de la capital.
Malamente prolongado en el llamado, parque lineal que es, sin duda, uno de los bodrios más logrados de nuestra historia urbana.
Y meses después, terminando casi el gobierno de Torres y al hacer una suerte de balance de su obra (21 de enero de 1943) se decía: “Intensa labor de progreso realiza la Intendencia Municipal de La Rioja”. Se ha escrito un verdadero capítulo en la historia municipal de la ciudad: el intendente municipal don Rafael Torres, ha sido el primer ciudadano de La Rioja que lo ha forjado merced a su constante afán de progreso y a su intenso amor por la tierra nativa.
“Nadie, hasta la fecha, ha realizado como él una acción tan noble como eficaz a favor del adelanto edilicio de nuestra antigua ciudad.
Este periodo al frente de la intendencia municipal de La Rioja del profesor Torres fue para la ciudad y en varios ordenes de cosas culturales, realmente importante.