Colombo en su despedida resaltó figura de Angelelli
06/08/18
Al cumplirse el 42º aniversario del asesinato del mártir Enrique Angelelli, Colombo resaltó la figura del beato y recordó algunos conceptos de sus ricas homilías.
Previo a la celebración de la misa, arribaron a la iglesia Catedral los peregrinos que habían participado el sábado pasado desde las 15, de una jornada de reflexión en las instalaciones del Colegio Nº 4, en el barrio 12 de Junio, donde se concentraron distintas comunidades de bases, como así también laicos, religiosas y sacerdotes.
Luego de compartir una merienda, los participantes iniciaron una larga caminata hacia el centro de la ciudad que culminó en la iglesia Catedral, en cuyo interior se colocó una amplia pantalla led y donde el actual administrador diocesano, monseñor Marcelo Daniel Colombo concelebró la misa con el presbiterio riojano, y de la que también participó el obispo auxiliar de Santiago del Estero, monseñor Enrique Martínez.
Mensaje de Colombo
Al momento de la homilía, Colombo comenzó diciendo que “una vez más esta iglesia Catedral y Santuario de San Nicolás nos recibe como Casa de Oración para estrecharnos en torno a la Eucaristía y celebrar la vida de nuestros mártires, Enrique, Carlos, Gabriel y Wenceslao”.
“Hoy especialmente, -destacó- el testimonio de Angelelli compromete la mirada de nuestro corazón para evocarlo y asumir su mensaje como un legado sagrado que interpreta y alienta el seguimiento de Jesucristo como parte de su Iglesia”.
Confesó su “vivencia de estos días en que me apresto a partir de La Rioja para asumir una nueva misión en Mendoza. Sentimientos encontrados de sabor agridulce me acompañan mientras digo adiós a esta amada Rioja. Pero no puedo sino agradecer a Dios cuánto me ha permitido vivir junto a Uds. en el camino del reconocimiento eclesial de la vida, el ministerio y el martirio de Mons. Angelelli”.
“El buen Pastor Jesús –puntualizó- nos visitó con su paso por estas tierras y nos honró con una entrega ejemplar que escapó y escapa a la mirada de los poderosos, de los omnipotentes, de los que se sienten dueños de esta Patria que Angelelli soñó como una tierra de todos”.
Más adelante, Colombo manifestó que “Dios no quiere que sus hijos pasen hambre. Si Él había creado la tierra para todos, nadie podría quedar sin su alimento, porque Cristo nos alimenta más allá de lo transitorio, de lo provisional, de lo pasajero. Él es el Pan Vivo bajado del Cielo, quien lo come, vivirá eternamente”.
Luego, el Obispo parafraseó conceptos de Angelelli al recordar que hace exactamente 45 años decía “debemos, por tanto, vivir en estado permanente de éxodo, en permanente actitud serena e interiormente joven en la mente y en el espíritu. Dios no quiere que seamos interiormente viejos, arrastrando rutinas y sin esforzarnos por cambiar de actitud”.
También puso de relieve el amor de Angelelli a los jóvenes al señalar que “constituyeron una preocupación central de su pastoreo. Cuando veo la extraordinaria calidad humana de la juventud que tenemos en La Rioja, el noble porte de los dirigentes de nuestra pastoral juvenil, no me resulta difícil entrever cuánto haya pensado y sentido Angelelli de cara a los desafíos de la época. Para él se trataba de darles participación y considerarlos verdaderos protagonistas de un tiempo nuevo para la Iglesia y el mundo”.
Siguió evocando aquellas palabras en boca de Angelelli cuando se dirigía a los jóvenes a quienes les decía “tienen una Rioja que hay que rehacerla. No renieguen del pasado, construyan un futuro mejor pues los jóvenes tienen a su favor el tiempo y la particular situación de vida en que se encuentran. A esa edad, todo es ilusión, futuro, posibilidad”.
Al hacer referencia a Angelelli y las críticas, Colombo trajo a la actualidad las palabras del mártir cuando expresó “sigue difícil el camino. Quizás oiremos muchas cosas agraviantes, esto se llama, en cristiano, camino de la cruz” y agregaba “no les llame la atención que existan hermanos nuestros, que traten de hacer aparecer a la Iglesia Diocesana como enemiga de su pueblo, que traten de reducirla al silencio para que no anuncie el Evangelio o predique un Evangelio sin referencia a la vida concreta de nuestro pueblo, parecería que solamente conciben a la Iglesia encerrada en la sacristía. Estas cosas ya están perimidas y pertenecen a un pasado que en personas cultas no se concibe. Aunque podamos ser sometidos a la más dura crítica y grosería, jamás silenciaremos nuestra palabra en defensa de la verdadera fe cristiana y felicidad de nuestro pueblo”.
Al final, tanto Colombo como Martínez recibieron el saludo de la feligresía que en uno de los costados del templo extendió un amplio cartel que decía “Querido padre Marcelo Colombo, gracias por la vida compartida”.